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Perros carlinos y gatos persas tienen caras achatadas por la selección artificial

Perros carlinos y gatos persas tienen caras achatadas por la selección artificial

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Tiempo de lectura: 2 minutos Un estudio científico revela cómo la cría selectiva intensiva ha provocado que perros carlinos y gatos persas, especies separadas por 50 millones de años de evolución, desarrollen cráneos y caras achatadas sorprendentemente similares.

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La naturaleza sigue caminos evolutivos fascinantes, pero la intervención humana puede acelerar y redirigir estos procesos de formas inesperadas.

Un reciente estudio, publicado en la prestigiosa revista PNAS por científicos de las universidades de Cornell y Washington (EE.UU.), puso de manifiesto un caso extremo de convergencia morfológica inducida por la selección artificial en mascotas domésticas.

A pesar de que perros (descendientes de lobos) y gatos (descendientes de gatos monteses) tomaron rutas evolutivas separadas hace unos 50 millones de años, ciertas razas como los perros carlinos (pugs), pequineses y los gatos persas comparten hoy rasgos faciales asombrosamente parecidos.

Sus caras achatadas y la estructura de sus cráneos son más similares entre sí que con muchos miembros de su propia especie o sus ancestros salvajes, un fenómeno nunca antes documentado con tal claridad en animales domesticados.

Crías idénticas por diseño humano

Para llegar a esta conclusión, los investigadores emplearon tecnología de vanguardia. Utilizaron escáneres tridimensionales para analizar detalladamente la morfología craneal de una amplia muestra que incluía gatos domésticos (persas, himalayos, birmanos), perros (carlinos, pequineses, Shih Tzu, bulldogs), sus ancestros salvajes (gatos monteses y lobos), y otras especies relacionadas de las familias Felidae y Canidae. Los datos se obtuvieron de instituciones veterinarias, colecciones de museos y el archivo digital MorphoSource.

Los resultados fueron contundentes. «Los gatos persas y los perros carlinos y pequineses tienen formas de cráneo muy parecidas entre sí, con caras planas y cortas, y sus hocicos y paletas están inclinados hacia arriba de la misma forma», explicó Abby Drake, bióloga de la Universidad de Cornell y coautora del estudio.

Este patrón de convergencia no es un hecho aislado; se ha repetido de forma independiente dentro de cada especie. En los perros, surgió en bulldogs y luego, por separado, en razas asiáticas como el pequinés. En los gatos, se observa en persas, himalayos y birmanos.

Salud y evolución acelerada

Mientras que la convergencia por selección natural (como el desarrollo de alas en aves y murciélagos) suele indicar un rasgo evolutivo exitoso para la supervivencia, la convergencia por selección artificial en estas mascotas, conocidas como razas braquicefálicas, tiene un lado oscuro. La rápida evolución impulsada por la cría selectiva en busca de una estética particular ha derivado en una serie de problemas de salud crónicos.

Estas razas son significativamente más susceptibles a sufrir dificultades respiratorias (síndrome braquicefálico), problemas para alimentarse adecuadamente, complicaciones durante el parto y otras afecciones.

Los investigadores señalan que estas características extremas, aunque atractivas para algunos dueños, comprometen el bienestar de los animales hasta el punto de que «no sobrevivirían en estado salvaje«.

Este estudio subraya la responsabilidad ética asociada a la cría de animales, donde la búsqueda de ciertos rasgos estéticos puede tener consecuencias negativas directas sobre su calidad de vida y salud.


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