Pesticidas en la región de O’Higgins estarían dañando la audición de jóvenes

Tiempo de lectura: 2 minutos Una investigación liderada por científicos de la Universidad de O’Higgins (UOH) revela que vivir cerca de monocultivos se asocia con alteraciones en la audición de alta frecuencia, aun sin que los afectados perciban síntomas evidentes.
La región de O’Higgins es epicentro de más de la mitad de las ventas de pesticidas agrícolas en Chile. Un reciente estudio, publicado y liderado por académicos de la Universidad de O’Higgins (UOH), sugiere una conexión preocupante: la proximidad residencial a extensos monocultivos tratados con agroquímicos podría estar deteriorando sigilosamente la capacidad auditiva de la población joven.
Gonzalo Terreros, académico del Instituto de Ciencias de la Salud de la UOH y líder del estudio, explica los hallazgos iniciales: «Los resultados mostraron que, en el oído izquierdo de quienes vivían más cerca de los monocultivos, los umbrales auditivos a 14 y 16 kHz estaban significativamente elevados en comparación con el grupo de referencia».
Este incremento en los umbrales, aunque no perceptible en la audición cotidiana, es un indicador clave. «Estos hallazgos indican una pérdida sutil de la sensibilidad en frecuencias donde suelen manifestarse los primeros signos de ototoxicidad, es decir, daño al oído interno inducido por agentes químicos», detalla Terreros.
Primeras señales de alarma
El protocolo de investigación incluyó audiometrías convencionales y de alta frecuencia (hasta 16 kHz), emisiones otoacústicas de productos de distorsión (DPOAE) y potenciales evocados auditivos de tallo cerebral (ABR).
Tras analizar las DPOAE se observó que el grupo expuesto a pesticidas presentó un mayor número de frecuencias sin respuesta. Esto sugiere una disfunción en las células ciliadas externas de la cóclea, cruciales para amplificar los sonidos de alta frecuencia. «Aunque las amplitudes promedio no difirieron estadísticamente, la ausencia de estas emisiones en más de dos frecuencias sugiere un daño incipiente«, aclara el investigador de la UOH.
Para llegar a estas conclusiones, se evaluó a 51 voluntarios sanos, con edades comprendidas entre los 18 y 35 años. Estos participantes fueron divididos en dos grupos: 31 jóvenes residían a menos de 400 metros de plantaciones intensivas, mientras que los 20 restantes vivían considerablemente alejados de estas zonas agrícolas.
Impactos van más allá del oído interno
El estudio también analizó los potenciales evocados auditivos de tallo cerebral (ABR), que evalúan la ruta neuronal del sonido. En este análisis, la onda V —un marcador clave de la transmisión neuronal en el tronco cerebral— registró menor amplitud en el oído derecho de los jóvenes expuestos a pesticidas. Asimismo, la relación entre las ondas V e I (otro componente de la respuesta auditiva temprana) resultó reducida en este grupo.
«Estos cambios revelan una posible afectación en la sincronía y velocidad de las señales auditivas al llegar al núcleo coclear y al colículo inferior, zonas clave para la codificación del sonido en el cerebro», explica Terreros.
Los autores advierten que, si bien estos efectos son subclínicos y los jóvenes no reportan problemas de audición en su vida diaria, podrían representar el inicio de dificultades de comunicación y socialización más serias a largo plazo.
Este descubrimiento cobra especial relevancia en un contexto global donde la Organización Mundial de la Salud estima que la pérdida auditiva afectará a más de 700 millones de personas para 2050. «Si bien el ruido y la edad son causas ampliamente reconocidas, los agroquímicos aparecen ahora como un factor ambiental insospechado que requiere mayor investigación y consideración en las políticas de salud pública», concluye el académico.
El equipo de investigación, además de Gonzalo Terreros, estuvo compuesto por los investigadores Felipe Muñoz, Cristian Aedo, Felipe Paredes, Enzo Aguilar y Pedro Jilberto, quienes contribuyeron significativamente a este importante hallazgo para la salud auditiva en Chile.