Investigación chilena busca transformar la grasa blanca en “buena” para combatir la obesidad

Tiempo de lectura: 2 minutos El estudio utiliza una molécula derivada del ácido gálico para “pardear” el tejido adiposo, abriendo la puerta a futuras terapias más accesibles y efectivas para combatir el sobrepeso y sus enfermedades asociadas.
En Chile, las cifras de obesidad y sobrepeso continúan siendo una preocupación de salud pública. En este contexto, la ciencia busca nuevas estrategias para abordar una condición compleja que va más allá del peso. Un innovador proyecto de la Universidad de Chile propone una solución a nivel celular: reprogramar las células de grasa «mala» para que se comporten como «buenas«.
La investigación, liderada por la doctora Mabel Catalán, académica del Instituto de Ciencias Biomédicas, se enfoca en la diferencia fundamental entre los tipos de grasa corporal. «Buscamos que una célula que guarda grasa se convierta en una que quema energía. Eso cambia por completo la forma de tratar la obesidad”, afirma la investigadora.
Grasa blanca, parda y beige: no todo el tejido adiposo es igual
Para comprender el alcance del estudio, es clave diferenciar los tipos de tejido adiposo. El tejido adiposo blanco es el más conocido: su función principal es almacenar energía en forma de lípidos. Es el que se acumula a nivel visceral y cuyo exceso se asocia directamente con la obesidad y la inflamación crónica.
Por otro lado, el tejido adiposo pardo es metabólicamente activo. Su principal función es generar calor (termogénesis) en respuesta al frío, para lo cual consume grandes cantidades de glucosa y ácidos grasos. Los recién nacidos poseen una cantidad significativa de esta grasa «buena», pero va disminuyendo con la edad. En personas con obesidad, su presencia es considerablemente menor.
Aquí es donde entra el tercer tipo: el tejido adiposo beige. Este se origina cuando las células de grasa blanca son inducidas a «pardearse», adquiriendo características de la grasa parda. Es decir, se transforman en células que, en lugar de solo almacenar, comienzan a quemar energía. El objetivo del proyecto Fondecyt «Exploración de las acciones antiobesogénicas de un derivado catiónico lipofílico del ácido gálico a través del pardeamiento del tejido adiposo» es, precisamente, gatillar esta transformación.
Una molécula para «reprogramar» las centrales energéticas de la célula
Para lograr este pardeamiento, el equipo de la doctora Catalán utilizará una molécula sintetizada por el químico Cristián Suárez, de la Universidad del Desarrollo. Se trata de un derivado del ácido gálico, un compuesto natural presente en plantas y frutas como las uvas o el té.
La clave está en su estructura. La molécula tiene una carga eléctrica positiva, lo que la hace sentir una fuerte atracción por las mitocondrias, las «centrales eléctricas» de las células, que tienen carga negativa. «El efecto de este proceso es que se va a desacoplar la cadena transportadora de electrones», detalla la doctora Catalán. Este cambio bioquímico provoca que la célula adiposa blanca, en vez de almacenar lípidos, aumente su metabolismo y queme energía.
Los estudios preliminares en modelos animales son prometedores. «Observamos que ratones alimentados con dieta alta en grasa eran capaces de reducir el incremento de peso, pese a lo que comían, sin efectos adversos evidenciables», señala la investigadora. Un hallazgo adicional fue la reducción de la esteatosis hepática (hígado graso), una complicación común de la obesidad.
El objetivo final es desarrollar una terapia farmacológica que sea costo-efectiva, a diferencia de algunos tratamientos actuales de alto valor. «La idea sería poder entregar el fármaco en forma oral», concluye Catalán, visualizando un futuro donde una molécula pequeña y de bajo costo de producción podría tener un impacto comparable al de nuevos fármacos como el semaglutide, ofreciendo una nueva esperanza en la lucha contra la epidemia de la obesidad.