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Termómetro de Salud Mental: Uno de cada cinco trabajadores ha sufrido conductas ofensivas

Termómetro de Salud Mental: Uno de cada cinco trabajadores ha sufrido conductas ofensivas

Cooperativa Ciencia,

Tiempo de lectura: 2 minutos A un año de la implementación de la Ley Karin, una nueva versión del Termómetro de la Salud Mental alerta que el 22,2% de los trabajadores en el país ha estado expuesto a situaciones de acoso o maltrato, con graves consecuencias para su bienestar físico y mental.

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Uno de cada cinco trabajadores en Chile, equivalente al 22,2%, reporta haber sido víctima de al menos una conducta ofensiva en su entorno laboral durante el último año. Este es uno de los resultados revelados en el reciente Termómetro de la Salud Mental, llevado a cabo por Asociación Chilena de Seguridad y la Universidad Católica.

Entre los comportamientos más frecuentes, un 14,7% de los encuestados ha estado involucrado en disputas o conflictos, un 8,5% ha recibido bromas desagradables y un 7,2% se ha sentido intimidado o ridiculizado por compañeros o superiores. Asimismo, casi un 5% de los trabajadores ha estado expuesto a tres o más de estas conductas de forma recurrente.

«Creemos que mediciones como esta abren la posibilidad de entender mejor las situaciones a las que se ven enfrentados los y las trabajadoras», señaló la directora de estudios de la Achs, Isabel Contrucci. Cabe recordar que estos resultados cobran aún más importancia tras haberse cumplido un año de la entrada en vigencia de la Ley 21.643, conocida como Ley Karin, que busca prevenir, investigar y sancionar el acoso laboral, sexual y la violencia en el trabajo.

El alto costo en la salud física y mental

La investigación demuestra una evaluación directa y alarmante entre la exposición a conductas ofensivas y el deterioro de la salud. La percepción de maltrato, acoso o abuso laboral se dispara hasta un 46,9% entre quienes ya presentan sospecha de problemas de salud mental. De igual forma, afecta al 45,9% de quienes muestran síntomas de depresión y al 40,7% de aquellos con altos niveles de ansiedad.

Daniela Campos, de Achs, subraya esta conexión: «Pudimos observar que al momento de percibir estas conductas ofensivas, quienes están insatisfechos en su trabajo superan significativamente a los satisfechos». La experta añade que quienes exhiben mayores niveles de agotamiento laboral o «burnout» triplican a aquellos que no lo padecen, confirmando el impacto devastador que un mal ambiente laboral puede tener.

La salud física tampoco sale indemne. La percepción de exposición a maltrato asciende al 46,8% entre quienes reportan un mal estado de salud general y es significativamente mayor en personas con condiciones crónicas o dolor crónico.

Vulnerabilidad y el desafío de la implementación

En cuanto a la percepción de vulnerabilidad, los datos sugieren un diagnóstico igualmente preocupante: uno de cada cuatro encuestados (25,8%) ha experimentado esta sensación. Entre las manifestaciones más comunes destaca el miedo a pedir mejores condiciones laborales (25,9%), sentir que pueden ser reemplazados (24,7%) o el temor a ser despedidos si no siguen órdenes (20,9%).

La académica del Departamento de Psiquiatría de la UC, Antonia Errázuriz, destaca que «el que cerca de la mitad de los trabajadores (…) indica desempeñarse en ambientes no vulnerables sugiere que una parte significativa de la fuerza laboral percibe condiciones seguras». No obstante, advierte que «el que 1 de cada 5 trabajadores percibe un alto nivel de vulnerabilidad revela un potencial riesgo de falta de seguridad psicológica».

Respecto a la Ley Karin, la encuesta revela una brecha importante en su implementación. Mientras que en empresas grandes y medianas más del 90% de los trabajadores afirma que existen protocolos de prevención, la cifra se desploma a un 45% en las microempresas.

«Los datos nos revelan el desafío que ha significado la implementación de esta Ley, especialmente para las pequeñas y medianas empresas», comenta Isabel Contrucci. Por su parte, David Bravo concluye que el estudio permite «señalar los desafíos que aún persisten y, por otro, sirven para establecer metas para un segundo año de implementación».


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