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Hallan moléculas precursoras de la vida en el espacio con el telescopio ALMA en Chile

Hallan moléculas precursoras de la vida en el espacio con el telescopio ALMA en Chile
Disco de formación planetaria que rodea a la estrella V883 Orionis (representación artística). Créditos: ESO

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Tiempo de lectura: 2 minutos Un reciente estudio internacional refuerza la teoría de que los ingredientes esenciales para la vida podrían tener su origen en el espacio exterior y no formarse directamente en los planetas.

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Un equipo internacional de científicos ha detectado por primera vez desde Chile moléculas orgánicas complejas, consideradas precursoras de la vida, en el disco de formación planetaria de una estrella joven.

El descubrimiento, publicado en la revista Astrophysical Journal Letters, se centra en la protoestrella en erupción V883 Orionis, donde astrónomos del Instituto Max Planck de Astronomía (Alemania) lograron la primera detección provisional de etilenglicol y glicolonitrilo. Estas moléculas son de vital importancia, ya que se consideran precursoras directas de los azúcares y los aminoácidos, los componentes básicos sobre los que se construye la vida tal como la conocemos.

Este hallazgo proporciona una «pieza del rompecabezas» que se buscaba desde hace tiempo para entender cómo evolucionan estos compuestos químicos desde las nubes interestelares hasta los sistemas planetarios ya formados.

Los «ladrillos de la vida» en V883 Orionis

Las estrellas nacen a partir de nubes gigantes de gas y polvo. Una vez que la estrella se forma, el material sobrante crea un disco giratorio a su alrededor, conocido como disco protoplanetario. Este disco es, esencialmente, la cuna donde nacen los planetas, cometas y asteroides. Utilizando la sensibilidad del Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA), telescopio ubicado en el desierto de Atacama, los investigadores pudieron analizar la composición química de este entorno en V883 Orionis.

El equipo, liderado por el científico Abubakar Fadul, identificó la firma de 17 moléculas orgánicas complejas, es decir, aquellas con más de cinco átomos, incluyendo al menos uno de carbono. «Nuestro hallazgo apunta a una línea recta de enriquecimiento químico y complejidad creciente entre las nubes interestelares y los sistemas planetarios completamente evolucionados», afirmó Fadul.

La detección de compuestos como el etilenglicol (un precursor de azúcares) y el glicolonitrilo (un precursor de aminoácidos) sugiere que las «semillas de la vida» no solo se ensamblan en el espacio, sino que están ampliamente distribuidas por el cosmos, listas para ser incorporadas a nuevos mundos en formación.

Un golpe a la teoría del «reinicio» químico

Hasta ahora, una de las grandes interrogantes era si estas complejas moléculas podían sobrevivir al violento proceso de formación de una estrella. La intensa radiación y la rápida expulsión de gas de una protoestrella llevaron a muchos científicos a proponer un escenario de «reinicio», donde la mayoría de los compuestos químicos complejos se destruían y debían volver a formarse más tarde dentro del disco protoplanetario.

Sin embargo, este nuevo descubrimiento desafía esa idea. «Ahora parece que lo contrario es cierto«, explica Kamber Schwarz, coautor del estudio. «Nuestros resultados sugieren que los discos protoplanetarios heredan moléculas complejas de etapas anteriores, y que la formación de estas puede continuar durante la etapa del disco protoplanetario».

Esto significa que los planetas como la Tierra podrían haber recibido una herencia química muy rica desde su nacimiento, en lugar de tener que empezar de cero. Aunque el equipo científico celebra este emocionante resultado, advierten que aún están analizando los datos. Futuras observaciones con mayor resolución no solo podrían confirmar estas detecciones, sino también revelar la presencia de sustancias aún más complejas, acercándonos un paso más a desvelar el misterio sobre el origen de la vida en el universo.


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