Proyecto chileno une ciencia, arte y educación en las «matemáticas del malabarismo»
Tiempo de lectura: 2 minutos El modelo educativo pionero utiliza el arte circense para enseñar matemáticas, buscando transformar la manera en que los estudiantes se relacionan con los números y el conocimiento.
Las matemáticas no solo habitan en libros y fórmulas, también se manifiestan en el arte y en la armonía del movimiento corporal. Con esta premisa nace en Chile el proyecto Fondart «Interdisciplina entre Matemática, Educación Física y Arte: las matemáticas del malabarismo«, una iniciativa que se extenderá hasta 2026 y que busca revolucionar la enseñanza escolar.
Liderado por el académico del Instituto de Matemáticas de la Universidad de Valparaíso (UV), Lianggi Espinoza, junto al malabarista profesional Álvaro Palominos y al experto en creatividad Francisco Oviedo, el proyecto propone un enfoque que rompe las barreras tradicionales entre asignaturas.
«Lo que ocurre en matemáticas no se conecta con el movimiento ni con el deporte, y con este proyecto buscamos articular ambas disciplinas para potenciar no solo el conocimiento, sino también el interés y el bienestar de los estudiantes», señala Espinoza.
El lenguaje numérico del malabarismo
Aunque pueda parecer una simple destreza física, el malabarismo posee un lenguaje matemático propio, un sistema de notación que permite describir y crear trucos a través de secuencias numéricas. Álvaro Palominos, quien colabora con Espinoza desde 2015 en la pedagogía del malabarismo, explica que «cada lanzamiento de una pelota se representa con un número, que varía según la altura».
Los números impares indican que la pelota cambia de mano, mientras que los pares señalan que permanece en la misma. Este sistema, conocido como siteswap, no solo codifica los trucos existentes, sino que también permite a los malabaristas diseñar nuevas y complejas combinaciones, funcionando como un verdadero «guion poético» del movimiento. «La integración con las matemáticas y la educación física nos ayuda a entender que el movimiento, la respiración y la emoción también son parte del aprendizaje«, añade Palominos.
De la teoría a la práctica
Uno de los principales resultados será la publicación de un libro dirigido a un público amplio, con especial énfasis en profesores de matemáticas, educación física y artistas de circo. El objetivo es ofrecer herramientas concretas que demuestren cómo el malabarismo puede servir como un puente entre el pensamiento lógico y la experiencia corporal, haciendo que el aprendizaje sea más tangible y entretenido.
Recientemente, el equipo presentó sus avances en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Valparaíso, en una actividad en la que participaron más de treinta estudiantes del Colegio Montessori de Valparaíso, quienes pudieron experimentar de primera mano esta innovadora metodología.
El doctor en creatividad, innovación y sustentabilidad social, Francisco Oviedo, subraya la importancia de conectar el cuerpo con el proceso de aprendizaje. «Hacer matemáticas no es solo pensar: también es mover el cuerpo. Queremos que los estudiantes vean que la matemática está en su vida diaria, incluso en actividades que disfrutan, como el arte y el deporte», enfatiza.