Omega Centauri: Ciencia chilena une astronomía y biología para revelar su origen oculto

Tiempo de lectura: 2 minutos Un innovador estudio liderado por investigadores chilenos aplicó por primera vez herramientas de la biología evolutiva para analizar el cúmulo estelar más grande de la Vía Láctea.
Un equipo interdisciplinario de científicos chilenos ha dado un importante paso para resolver uno de los grandes misterios del cosmos: el origen de Omega Centauri. Utilizando técnicas de filogenética, comúnmente aplicadas en biología para estudiar la evolución de las especies, los investigadores lograron desentrañar la historia química y genealógica de las estrellas de este enigmático cúmulo estelar, el más masivo y brillante de nuestra galaxia.
La investigación, impulsada por el grupo PhyloGal con el respaldo del Instituto Milenio de Biología Integrativa (iBio) y el Núcleo Milenio ERIS, representa un hito para la ciencia chilena. Al tratar a las estrellas como si fueran especies en un árbol evolutivo, el equipo descubrió linajes estelares desconocidos y aportó evidencia sólida a una de las teorías más fascinantes de la astronomía moderna.
De árboles evolutivos a mapas estelares
La idea central del estudio, publicado bajo el título «Studying stellar populations in Omega Centauri with phylogenetics«, fue adaptar un método biológico a un desafío astronómico. «Lo que hicimos fue construir árboles filogenéticos, pero en lugar de especies usamos estrellas», explica Francisco Cubillos, investigador asociado del iBio y uno de los autores principales. «Esto nos permitió entender no solo qué tipos de estrellas hay dentro del cúmulo, sino cómo se relacionan entre sí en términos de su origen y evolución química», agrega.
Desde que se descubrió hace casi 40 años que los cúmulos globulares no son poblaciones estelares homogéneas, su formación se ha convertido en un enigma. Este nuevo enfoque interdisciplinario permitió identificar tres linajes estelares distintos en Omega Centauri: una población muy antigua, otra similar a la de cúmulos globulares tradicionales y, la más sorprendente, una tercera que parece haberse formado in situ, dentro del propio cúmulo.
Este hallazgo sugiere un proceso de formación mucho más complejo de lo que se pensaba, reforzando la hipótesis de que Omega Centauri es el núcleo remanente de una galaxia enana que fue canibalizada por la Vía Láctea hace miles de millones de años.
Una validación que inspira a nuevas generaciones
La robustez de esta innovadora metodología fue validada de forma independiente. Los resultados del equipo chileno coincidieron con los de otro grupo internacional que utilizó técnicas convencionales y una base de datos mucho más amplia. «El hecho de que hayamos llegado a conclusiones similares con menos datos y otro enfoque es una gran validación de la herramienta», afirma Cubillos.
El impacto de este cruce de disciplinas ya se está expandiendo. Actualmente, se desarrollan tesis de pre y postgrado que continúan esta línea de investigación, demostrando que las nuevas generaciones de científicos adoptan esta mirada sin prejuicios.
Para Paula Jofré, investigadora clave en el proyecto, el éxito radica en la colaboración. «Esto se logra cuando todos asumimos nuestra ignorancia en la otra disciplina. El gran desafío ha estado en descifrar el lenguaje matemático común que comparten la biología y la astronomía, lo que necesita confianza y paciencia«, asegura.