Ciencia en la Patagonia: Inédito estudio revela el ADN floral de las mieles de Aysén

Tiempo de lectura: 2 minutos La investigación permite identificar con precisión la flora nativa y exótica visitada por las abejas, abriendo la puerta a la certificación y denominación floral para potenciar la apicultura local.
Un pionero estudio del Centro de Investigación en Ecosistemas de la Patagonia (CIEP) ha descifrado por primera vez el origen botánico exacto de las mieles de la Región de Aysén.
La investigación, plasmada en el libro «Caracterización melisopalinológica de las mieles de Aysén«, representa una radiografía científica sin precedentes para la región. Liderado por la investigadora del CIEP, Valentina Álvarez Barra, y financiado por la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID), el proyecto analizó más de un centenar de muestras de miel donadas por 45 apicultores y apicultoras de toda la Patagonia aysenina. El objetivo era claro: identificar los granos de polen para saber qué especies vegetales visitan las abejas melíferas.
Los resultados revelaron una fascinante conexión entre el paisaje y la composición de la miel. En zonas de bosques siempreverdes como La Junta, Puyuhuapi o Tortel, las mieles mostraron un claro predominio de polen de flora nativa. Especies como el tenío, la tiaca y el tepú fueron las protagonistas, llegando a producir mieles monoflorales, donde una sola especie vegetal representa más del 45% del polen total.
Por el contrario, en áreas con mayor influencia de praderas y cultivos, como Puerto Ibáñez, Cochrane o Chile Chico, la composición polínica fue mucho más diversa. En estas mieles se detectó una mezcla de especies como trébol blanco, diente de león, cerezo, yaqui (una maleza común) y manzano, reflejando la intervención humana y el cambio en el uso del suelo.
Impacto para la apicultura y la ciencia: fortaleciendo la identidad local
El estudio representa una herramienta poderosa para los apicultores de Aysén. «Conocer la flora de sus mieles les permite fortalecer la identidad de su producto, acceder a nuevas certificaciones e incluso valorar la miel como un reflejo del ecosistema donde se produce», explicó la investigadora Valentina Álvarez. Esta identificación precisa es el primer paso para obtener sellos de denominación floral, un factor clave para diferenciar y agregar valor a las mieles en mercados cada vez más exigentes.
El conocimiento generado no se quedó solo en el laboratorio. El libro, ilustrado por Carolina Avilés Madrid, ya se está distribuyendo entre los apicultores participantes y en las bibliotecas públicas de la región a través de la Dibam. Además, una versión digital está disponible para descarga gratuita en el sitio web del CIEP (www.ciep.cl), democratizando el acceso a esta valiosa información.
Como parte del proyecto, el equipo ha realizado talleres y entregado informes personalizados a cada apicultor con el detalle de la flora detectada en sus propias mieles. En un llamado a seguir construyendo este mapa floral, la investigadora invitó a quienes deseen conocer la composición de su miel a participar de los análisis gratuitos. Solo deben entregar una muestra de 100 gramos en Moraleda 16, Coyhaique, indicando su nombre, contacto, la ubicación del apiario y la fecha de cosecha.