Estudio revela que docentes en Chile se sienten en desventaja ante la implementación de la IA

Tiempo de lectura: 2 minutos Un estudio de la Universidad de Chile demuestra que, aunque los profesores muestran interés en la inteligencia artificial (IA), la falta de formación, infraestructura y apoyo institucional frena su implementación.
La inteligencia artificial (IA) ya es una realidad en diversas esferas de la sociedad, pero su integración en las salas de clases chilenas enfrenta barreras significativas. Un estudio liderado por las investigadoras del Centro de Investigación Avanzada en Educación (CIAE) de la Universidad de Chile, Beatrice Ávalos y María Luisa Arancibia, ha puesto de manifiesto la percepción de los docentes de enseñanza básica y media sobre esta tecnología, y los resultados son claros: los profesores no se sienten preparados para utilizarla con fines pedagógicos.
La investigación destaca que la disposición y el interés del profesorado por aprender a usar la IA existen, pero chocan con obstáculos estructurales importantes. Entre ellos, se cuentan la carencia de infraestructura y conectividad adecuadas, la ausencia de programas de formación específicos, la sobrecarga laboral y una comprensible desconfianza en la fiabilidad y pertinencia pedagógica de estas nuevas herramientas.
El principal desafío, según el estudio, es que la adopción de la IA en los colegios recae más en el esfuerzo individual y el autoaprendizaje de los docentes que en una estrategia institucional o en políticas educativas claras. «Esto exige que los profesores y profesoras estén preparados para orientar un uso pedagógico y ético de estas herramientas», subraya la investigadora postdoctoral del CIAE, María Luisa Arancibia.
¿Qué factores frenan la integración de la IA?
El análisis de las expertas identifica cinco barreras principales que impiden un despliegue efectivo de la inteligencia artificial en el entorno escolar. En primer lugar, una formación docente deficiente es un factor clave; la gran mayoría de los educadores declara no haber recibido capacitación alguna sobre IA. A esto se suma la falta de lineamientos institucionales claros, lo que genera incertidumbre sobre cómo y cuándo emplear estas tecnologías de manera apropiada en el aula.
En tercer lugar, las brechas tecnológicas persistentes continúan siendo un obstáculo severo, afectando de manera desproporcionada a los establecimientos con menores recursos. La conectividad inestable y el acceso desigual a dispositivos limitan cualquier esfuerzo de innovación.
Asimismo, los docentes reportan un escaso acompañamiento pedagógico, lo que fomenta una sensación de aislamiento al enfrentar una tecnología compleja sin la guía necesaria. Finalmente, las culturas escolares más conservadoras tienden a no discutir la IA como un tema educativo relevante, manteniendo una visión reduccionista centrada en la automatización de tareas.
Condiciones urgentes para un avance equitativo
Ante esta compleja realidad, las investigadoras proponen la implementación de políticas institucionales claras y adaptadas al contexto específico de cada escuela es el primer paso fundamental. Esto debe ir de la mano con una formación continua y situada para los docentes, que ponga un especial énfasis en los aspectos éticos y pedagógicos de la tecnología.
«Cuando estas condiciones están garantizadas, la IA puede liberar tiempo para la planificación creativa, ampliar estrategias didácticas y reforzar la capacidad del docente como mediador del aprendizaje», asegura Arancibia. El estudio concluye que, lejos de reemplazar el rol docente, la inteligencia artificial lo transforma. «La IA en educación solo será un aporte real si fortalece el rol docente, se usa con criterios éticos y se apoya en condiciones habilitantes que garanticen equidad y sentido pedagógico en el sistema escolar chileno».