Científicos detectan por primera vez en la Antártica influenza aviar H5 en pingüinos y cormoranes

Tiempo de lectura: 2 minutos Un equipo científico liderado desde Chile confirmó la detección de casos sospechosos en pingüinos Adelia y cormoranes.
Un equipo internacional de investigadores ha detectado los primeros casos sospechosos de influenza aviar de alta patogenicidad (HPAIV) subtipo H5 en especies residentes del continente antártico. El hallazgo, que afecta a pingüinos Adelia y cormoranes, confirma la llegada de la actual panzootia global de H5N1 al continente blanco, encendiendo las alarmas sobre el riesgo para su frágil y único ecosistema.
El estudio, publicado en la prestigiosa revista Scientific Reports, fue liderado por Juliana A. Vianna, directora alterna del Instituto Milenio Centro de Regulación del Genoma (CGR) e investigadora de la Pontificia Universidad Católica de Chile y del Instituto Milenio BASE, junto a la Dra. Fabiola León, también investigadora de ambas instituciones. La investigación es el resultado de una extensa campaña de muestreo realizada entre diciembre de 2023 y enero de 2024, que abarcó 13 colonias de aves marinas desde la Península Antártica hasta el Mar de Ross.
De un total de 115 aves analizadas, nueve arrojaron resultados positivos para un segmento del virus H5 mediante la técnica de RT-PCR. Los casos se concentraron en la Isla Beagle y en Red Rock Ridge, ambos sectores de la Península Antártica, marcando los registros más australes de este virus hasta la fecha. El trabajo fue financiado por la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID), a través de los Institutos Milenio BASE y CGR, y amplía significativamente la lista de especies antárticas potencialmente afectadas por esta enfermedad.
Una alerta temprana para un ecosistema frágil
Uno de los aspectos más preocupantes del descubrimiento es que ninguna de las aves que dieron positivo mostró síntomas visibles de la enfermedad al momento de ser muestreadas. Esto sugiere la posibilidad de que actúen como portadores asintomáticos, facilitando una transmisión silenciosa del virus entre diferentes colonias y especies, lo que complica enormemente los esfuerzos de control y mitigación.
«Estos resultados son una alerta temprana que permiten iniciar un monitoreo más intensivo y reforzar las medidas de bioseguridad para proteger la biodiversidad antártica. Es fundamental entender las rutas de transmisión y la respuesta de las distintas especies frente a este virus, especialmente en ecosistemas tan frágiles como el de la Antártica«, señaló Juliana Vianna.
A pesar de la detección en la Península, el equipo no encontró evidencia del virus en el vasto tramo que conecta esta zona con el Mar de Ross. «Este hallazgo es importante no solo porque son los primeros casos sospechosos que detectamos en el continente, sino también porque la vigilancia que realizamos cubrió una amplia extensión geográfica, permitiéndonos confirmar que, en ese momento, el virus no estaba presente en otras zonas clave”, explicó la Dra. Fabiola León.
El estudio subraya la necesidad crítica de mantener y expandir la vigilancia sanitaria en la fauna antártica, implementando protocolos rigurosos para evitar la introducción de nuevos patógenos en la región más prístina y aislada del planeta.