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Condiciones futuras del cambio climático podrían poner en riesgo los bosques tropicales

Condiciones futuras del cambio climático podrían poner en riesgo los bosques tropicales

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Tiempo de lectura: 2 minutos Una investigación proyecta cómo el calentamiento global podría poner en jaque la capacidad de estos ecosistemas clave para regular el carbono y mantener su biodiversidad.

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Los bosques tropicales, verdaderos guardianes del equilibrio climático global, han demostrado una sorprendente capacidad de recuperación ante las sequías a lo largo de casi un siglo. Sin embargo, esta resiliencia innata se enfrenta a una amenaza sin precedentes debido al avance implacable del cambio climático.

Así lo confirma un exhaustivo estudio internacional, en el que el académico Alejandro Venegas-González, de la Universidad de O’Higgins (UOH), jugó un rol fundamental. La investigación, publicada recientemente, subraya que, aunque los árboles tropicales han superado históricamente los períodos secos, las condiciones futuras podrían comprometer seriamente su vital función.

El estudio, una colaboración masiva entre más de 140 científicos a nivel mundial, se basó en la recopilación de datos de anillos de árboles tropicales más grande hasta la fecha: más de 20.000 series de 163 especies, provenientes de casi 500 sitios en 36 países de América, Asia, África y Oceanía. Esta vasta base de información permitió un análisis dendrocronológico sin precedentes, examinando el crecimiento radial anual de los árboles durante el 10% de los años más secos registrados desde 1930.

La resiliencia en los anillos de los árboles

Los resultados son elocuentes: «el crecimiento de los árboles tropicales se ha visto mínimamente afectado por sequías desde 1930, con una reducción promedio de apenas 2,5%», explica Alejandro Venegas-González. Lo más notable es que esta disminución se recuperó rápidamente al año siguiente, evidenciando una «notable resiliencia de los árboles». Esta capacidad se atribuye a mecanismos fisiológicos internos, como la movilización de abundantes reservas de azúcares y almidón que actúan como «combustible» para el rebrote y el crecimiento en momentos de estrés hídrico.

Sin embargo, esta resistencia no es uniforme. El estudio destaca que los efectos de la sequía son considerablemente más severos a nivel local, especialmente en regiones ya áridas, y que esta situación se agravará con el progreso del cambio climático, lo que ya ha provocado una elevada mortalidad arbórea en algunas zonas. Además, se observaron diferencias entre grupos de especies: las gimnospermas mostraron una mayor reducción en su crecimiento que las angiospermas, lo que sugiere diversas estrategias adaptativas.

Un futuro incierto

La preocupación principal de los investigadores radica en las implicancias futuras. «Si las sequías se tornan más frecuentes y extremas, probablemente exista una relación directa entre la reducción de la fotosíntesis y el menor secuestro de carbono reflejado en la biomasa aérea de los árboles», advierte Venegas-González. Las regiones cálidas y secas, como el noreste de Brasil y el sur de África, son identificadas como las más vulnerables, mientras que la Amazonía ha mostrado una mayor resistencia.

Este panorama global encuentra ecos en Chile. La prolongada megasequía que ha afectado a la zona central del país entre 2019 y 2022 ha provocado una inusual mortalidad de árboles, generando gran interés en la comunidad científica nacional.

Venegas-González y su equipo están cuantificando este «legado climático» en los bosques mediterráneos chilenos. Han observado que el peumo, especialmente en laderas de exposición sur, ha sido uno de los más afectados, mostrando copas muertas pero, a su vez, una gran resiliencia gracias a su capacidad de rebrotar. Esto sugiere una posible transformación en la estructura de los bosques chilenos, hacia comunidades más arbustivas, sin necesariamente cambiar su composición de especies.

La investigación global deja una clara advertencia: aunque los bosques tropicales han demostrado una increíble fortaleza, el ritmo y la intensidad del cambio climático están empujando los límites de su capacidad de adaptación.


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