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Astrónomo chileno defensor de los cielos oscuros fue destacado por The New York Times

Astrónomo chileno defensor de los cielos oscuros fue destacado por The New York Times

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Tiempo de lectura: 2 minutos La trayectoria de Eduardo Unda-Sanzana, dedicada a combatir la contaminación lumínica y proteger los cielos del norte de Chile —fundamentales para la astronomía mundial—, lo posiciona como un defensor del patrimonio cósmico.

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El astrónomo y director del Departamento de Astronomía de la Universidad de Antofagasta, Eduardo Unda-Sanzana, ha sido protagonista de un extenso artículo en el prestigioso diario estadounidense The New York Times.

El reconocimiento se debe a su incansable labor en la generación de evidencia científica sobre los impactos de la contaminación lumínica en los prístinos cielos de Chile, especialmente en la zona norte, cruciales para la observación astronómica global.

«La oscuridad es lo que me permite ver con más claridad. Es el medio a través del cual puedo observar los detalles más sutiles del universo. Es como cuando se necesita silencio para oír los ruidos más suaves», expresó Unda-Sanzana a The New York Times.

La trayectoria del científico no solo ha llamado la atención de la prensa internacional, sino que también ha sido honrada por la comunidad astronómica. La Unión Astronómica Internacional (IAU) lo reconoció nombrando un asteroide en su honor: «724666 Unda-Sanzana». Este cuerpo celeste, ubicado entre Marte y Júpiter a 112 millones de millas de la Tierra, destaca su contribución a la ciencia y la protección de los entornos astronómicos.

La amenaza creciente a los cielos de Chile

The New York Times subraya la paradoja de la región de Antofagasta. Si bien su oscuridad natural ha propiciado la instalación de los instrumentos astronómicos más avanzados del planeta, esta misma cualidad está hoy gravemente amenazada.

En sus cielos se ubican infraestructuras de la talla del Very Large Telescope (VLT) del Observatorio Europeo Austral (ESO), que desde 1998 ha permitido ganar tres Premios Nobel, y el futuro Telescopio Extremadamente Grande (ELT) de ESO, que se proyecta como el más potente jamás construido y comenzará a operar en 2029. Este último promete revolucionar la comprensión del universo al permitir la observación de las primeras galaxias y la exploración de exoplanetas en busca de vida.

Sin embargo, la calidad de estos cielos oscuros está bajo una presión creciente. El aumento de la población, el desarrollo de instalaciones solares, eólicas y de litio, y la consecuente proliferación de luz artificial, están contaminando progresivamente la bóveda celeste.

A estas amenazas se suma la preocupación por un megaproyecto minero-portuario de la empresa AES Andes, actualmente en evaluación, que se instalaría a tan solo cinco kilómetros de otro telescopio en construcción, intensificando el riesgo de contaminación lumínica.

Unda-Sanzana, quien actualmente dirige un programa de maestría y doctorado con estudiantes de Chile, Alemania e India, enfatizó a The New York Times la gravedad de la situación: «Si perdemos estos cielos, no sólo los perderemos nosotros, sino que los perderá toda la humanidad«. Su llamado fue a la acción y a la conciencia sobre la importancia de proteger este patrimonio natural y científico, vital para el avance del conocimiento humano sobre el universo.

 

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