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Perros clasifican objetos nuevos por su función y sin entrenamiento previo

Perros clasifican objetos nuevos por su función y sin entrenamiento previo

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Tiempo de lectura: 2 minutos Un estudio revela que los «perros con talento para aprender palabras» pueden agrupar objetos nuevos según su uso, una capacidad cognitiva avanzada comparable a la de los bebés humanos.

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La ciencia ha desvelado una fascinante habilidad en los perros: la capacidad de clasificar objetos por su función, incluso sin haber recibido entrenamiento específico.

Esta destreza, que recuerda a cómo los bebés humanos aprenden a asociar palabras con conceptos funcionales, ha sido observada en un grupo selecto de perros con una notable facilidad para adquirir vocabulario. El hallazgo, publicado en la revista Current Biology, sugiere paralelos sorprendentes con el desarrollo del lenguaje humano.

El estudio, liderado por un equipo de expertos en comportamiento animal, se centró en los denominados «perros con talento para aprender palabras» (GWL, por sus siglas en inglés). Estos caninos demostraron ser capaces de diferenciar entre juguetes destinados a «tirar» y aquellos para «traer», independientemente de que los objetos compartieran similitudes físicas obvias.

Comportamiento se mantuvo sin instrucción previa

Lo más asombroso es que lograron mantener estas categorizaciones durante largos periodos, todo ello sin una instrucción formal previa. La Dra. Claudia Fugazza, investigadora principal de la Universidad Eötvös Loránd de Budapest y autora principal del estudio, compara esta habilidad con la de una persona que utiliza un martillo tradicional o una piedra para la misma función, a pesar de sus diferencias físicas.

«Es como si una persona llamara con el mismo nombre a un martillo tradicional o a una piedra. Tienen un aspecto físico diferente, pero pueden emplearse para la misma función. Pues resulta que estos perros pueden hacer lo mismo«, explica Fugazza.

Las pruebas se desarrollaron en el entorno cotidiano de los perros, bajo la supervisión de sus dueños. Inicialmente, los animales se familiarizaron con etiquetas verbales asociadas a dos categorías funcionales de juguetes: «tirar» y «traer». Los dueños utilizaban estas palabras mientras jugaban con objetos específicos, que no tenían características físicas en común.

Posteriormente, los perros fueron evaluados para determinar si habían asimilado la relación entre las etiquetas funcionales y los grupos de juguetes correctos. La fase crucial llegó al introducir juguetes novedosos en ambas categorías; esta vez, los dueños se abstuvieron de usar las etiquetas. Sorprendentemente, los perros extendieron con éxito las etiquetas funcionales aprendidas a los nuevos juguetes, basándose únicamente en su experiencia de juego.

Implicaciones para la cognición y el lenguaje canino

En la fase final del experimento, los animales demostraron su capacidad para aplicar las etiquetas verbales a los juguetes, tirando o trayendo según correspondiera, incluso cuando los dueños no habían nombrado explícitamente los nuevos objetos.

«Nunca habían oído el nombre de estos nuevos juguetes, pero habían jugado a tirar o a traer, por lo que el perro tenía que elegir qué juguete se utilizaba para jugar a cada juego«, detalla Fugazza.

Los investigadores argumentan que la capacidad de los perros para vincular etiquetas verbales con objetos basándose en su función, y no en sus atributos físicos, sugiere que forman una representación mental de los objetos basada en la experiencia, que luego pueden recordar.

Estos descubrimientos aportan información sobre la evolución de habilidades lingüísticas básicas y su conexión con otras capacidades cognitivas, como la memoria. Si bien se requiere más investigación para comprender la amplitud y flexibilidad de las habilidades de categorización lingüística en perros, los resultados actuales son contundentes.

«Hemos demostrado que los perros aprenden los nombres de los objetos muy rápido y los recuerdan durante mucho tiempo, incluso sin ensayar, y creo que la forma en que amplían los nombres más allá de las similitudes perceptivas da una idea de la amplitud que estos nombres pueden tener para los perros», concluye la Dra. Fugazza.


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