Los golpes repetitivos reducen drásticamente la función neuronal en deportistas jóvenes

Tiempo de lectura: 2 minutos Investigaciones de la Universidad de Boston indican que los golpes repetitivos en deportes de contacto podrían causar pérdida neuronal e inflamación, mucho antes de la aparición de la Encefalopatía Traumática Crónica (ETC).
Es habitual que en los deportes de contacto como el fútbol americano ocurran golpes, caídas y lesiones. Sin embargo, la Encefalopatía Traumática Crónica (ETC) ha emergido como un riesgo para la función neuronal. Aunque su diagnóstico definitivo solo es posible post mortem mediante la identificación de acumulación anómala de proteína tau, los científicos han sospechado por años que el cerebro comienza a transformarse mucho antes de la aparición de esta patología.
Investigadores de la Universidad de Boston analizaron tejidos cerebrales de 28 individuos ya fallecidos, incluyendo un grupo de control y dos grupos de atletas de deportes de contacto: uno sin signos de acumulación de proteína tau y otro con ETC en fase inicial.
Los resultados del estudio mostraron que todos los atletas de contacto, independientemente de su diagnóstico de ETC, manifestaron un incremento en la neuroinflamación, daño en los vasos sanguíneos y, crucialmente, pérdida de neuronas en comparación con el grupo control.
«No es habitual observar pérdida neuronal o inflamación en el cerebro de atletas jóvenes, ya que por lo general no padecen enfermedades. Estos hallazgos sugieren que los impactos repetitivos en la cabeza causan lesiones cerebrales mucho antes de lo que pensábamos», destacó uno de los firmantes del artículo, Jonathan Cherry.
Riesgo de pérdida neuronal
Un hallazgo particularmente impactante fue la reducción del 56% de las neuronas en la capa cortical superficial de los atletas, una región cerebral fundamental para el pensamiento y el estado de ánimo. Lo más relevante es que esta pérdida neuronal no se asoció con la acumulación de proteína tau, sugiriendo que el daño se produce de forma independiente y mucho antes de la patología definitoria de la ETC.
El estudio también profundizó en el rol de la microglía inflamatoria, las células inmunitarias del cerebro. Se descubrió que la cantidad de esta microglía aumentaba directamente con el número de años que un atleta había practicado fútbol americano, estableciendo una clara correlación entre la exposición a los impactos y la respuesta inflamatoria cerebral. Además, los científicos identificaron una posible vía de señalización entre la microglía y los vasos sanguíneos.
Cherry concluye que el riesgo de padecer ETC «está directamente relacionado con la exposición a impactos repetitivos en la cabeza en los deportes de contacto», y que los resultados subrayan que «incluso los atletas que no padecen ETC pueden sufrir lesiones cerebrales importantes».