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El trauma por agresión sexual en mujeres desconecta áreas clave del cerebro

El trauma por agresión sexual en mujeres desconecta áreas clave del cerebro

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Tiempo de lectura: 2 minutos Un estudio del Hospital Clínic de Barcelona demuestra que las mujeres presentan dificultades para gestionar las respuestas al miedo o regular las emociones tras haber sufrido una agresión sexual.

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Se estima que entre el 17% y el 25% de las mujeres sufre una agresión sexual en algún momento de su vida, y un 70% de ellas desarrolla Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT), algo que estaría estrechamente relacionado con la desconexión de importantes áreas del cerebro. Para comprender en profundidad el impacto del trauma a nivel cerebral, investigadores del Hospital Clínic de Barcelona analizaron imágenes de 40 víctimas de agresión sexual.

El estudio, presentado en el congreso del Colegio Europeo de Neuropsicofarmacología en Ámsterdam y liderado por la doctora Lydia Fortea, se convierte en una de las investigaciones más amplias sobre conectividad cerebral en el contexto del TEPT por agresión sexual.

La investigación se centró en la comparación de imágenes cerebrales de las mujeres con TEPT tras una agresión sexual ocurrida en el último año y 45 casos control. Mediante resonancias magnéticas cerebrales en estado de reposo, los científicos pudieron observar la conectividad entre distintas áreas del cerebro y su relación con los síntomas depresivos y de TEPT.

La desconexión cerebral

Los resultados indicaron que, en 22 de las 40 mujeres víctimas de agresión sexual, la comunicación entre la amígdala y la corteza prefrontal había disminuido a cero o casi cero. La amígdala es una estructura cerebral vital que procesa emociones como el miedo y la ansiedad, mientras que la corteza prefrontal es la encargada de regularlas.

«Cuando esta conexión se debilita, el cerebro puede tener dificultades para gestionar las respuestas al miedo o regular las emociones, lo que podría explicar por qué las personas con TEPT suelen experimentar miedo intenso y cambios de humor», explica la doctora Fortea.

La doctora Fortea y su equipo buscan ahora determinar si estas alteraciones en la conectividad cerebral podrían servir como biomarcadores para predecir la respuesta al tratamiento del TEPT, ofreciendo una intervención más personalizada y oportuna.

«Si fuera así, podríamos identificar tempranamente qué pacientes corren el riesgo de tener peores secuelas e intensificar los esfuerzos clínicos para ayudarles», concluye Fortea.


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