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Más allá del texto oficial: COP30 cerró con críticas por falta de ambición climática pero impulsando hoja de ruta de «transición justa»

Más allá del texto oficial: COP30 cerró con críticas por falta de ambición climática pero impulsando hoja de ruta de «transición justa»

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Tiempo de lectura: 3 minutos La cumbre de la ONU en Brasil cerró con un acuerdo que evitó mencionar explícitamente la eliminación de los hidrocarburos debido al bloqueo de países petroleros, aunque se lograron avances en mecanismos de «transición justa» y adaptación.

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La  30ª Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático (COP30) en Belém (Brasil), concluyó este sábado con una sensación de disconformidad manifestada por la comunidad científica y ambientalista. Tras intensas negociaciones que se extendieron un día más del plazo previsto, los países aprobaron por consenso un documento final que, si bien llama a aumentar la ambición para enfrentar el calentamiento global, dejó fuera cualquier referencia explícita al fin de los combustibles fósiles.

La presidencia brasileña de la cumbre, liderada por André Corrêa do Lago, presentó un texto que no incluyó la necesidad de abandonar los hidrocarburos, cediendo ante la negativa de los países árabes, encabezados por Arabia Saudí. Esta omisión ha sido contrastada con los avances de la COP28 de Dubái, donde por primera vez se mencionó una «transición» para dejar atrás estas fuentes de energía. Pese a la insistencia de la Unión Europea y de naciones latinoamericanas como Colombia, el acuerdo final optó por un lenguaje más diplomático para evitar el fracaso de la conferencia.

El documento reafirma el compromiso con el Acuerdo de París y la meta de limitar el aumento de la temperatura a 1,5 °C, reconociendo que el cambio climático es una «preocupación común de la humanidad». Sin embargo, la falta de una hoja de ruta clara para la descarbonización ha sido catalogada por expertos como una oportunidad perdida en un momento crítico para el planeta.

Las propuestas: Transición justa y nuevos mecanismos de adaptación

A pesar de la falta de consenso sobre los combustibles fósiles, la COP30 logró aprobar medidas en el ámbito social y técnico. El pleno dio luz verde a un mecanismo para implementar una «transición justa», diseñado para proteger los derechos y necesidades de los trabajadores afectados por los cambios en el modelo energético global.

Asimismo, se aprobó una lista definitiva de «indicadores» para medir los avances en las acciones de adaptación climática, una herramienta técnica que permitirá evaluar con mayor precisión cómo los países se están preparando ante los desastres naturales.

El secretario ejecutivo de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, Simon Stiell, intentó poner paños fríos a la frustración generalizada. «Con o sin ayudas en la navegación, nuestra dirección es clara: el cambio de los combustibles fósiles a las renovables y a la resiliencia es imparable«, declaró Stiell, reconociendo que, aunque muchos países deseaban ir más rápido, la cooperación climática sigue «viva».

Para compensar el vacío en el texto oficial, la presidencia brasileña anunció la creación de una «hoja de ruta» paralela para la transición energética y otra para revertir la deforestación, buscando mantener el impulso político fuera de las trabas burocráticas de la negociación formal.

ONGs y la Unión Europea manifestaron su descontento

Organizaciones como WWF y Greenpeace criticaron el resultado, calificándolo de «débil» e «insuficiente». El portavoz de WWF, Manuel Pulgar-Vidal, lamentó la falta de sustancia del documento debido a los «juegos de fuerzas contrarias a la ambición climática». Por su parte, Greenpeace señaló que las iniciativas paralelas de Brasil son apenas un «premio de consolación» frente a la urgencia de soluciones reales.

Desde la esfera política, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, intentó rescatar lo positivo, celebrando que el acuerdo mantiene «el límite de 1,5 °C a nuestro alcance«. La Unión Europea anunció que formará parte de una alianza de más de 80 países para impulsar el abandono de los combustibles fósiles, independientemente de lo estipulado en el documento de consenso de la ONU.

En materia de financiación climática, el texto final mantuvo lo acordado previamente en la COP29 de Bakú, urgiendo a las naciones ricas a cumplir con el objetivo de aportar 300.000 millones de dólares anuales a los países emergentes y triplicar los recursos para adaptación, un punto vital para regiones vulnerables como América Latina.


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