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Bosques de Nothofagus sobrevivieron en la Antártica aún después de la gran glaciación

Cooperativa Ciencia,

Tiempo de lectura: 2 minutos Un estudio descubrió hojas fósiles en la Isla Rey Jorge que datan de hace 21 millones de años, lo que sugiere su resistencia en el continente blanco incluso después de la glaciación.

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Hasta hace poco, el consenso científico establecía que los bosques de la Antártica habían desaparecido hace unos 34 millones de años, coincidiendo con la Transición Eoceno–Oligoceno y el inicio de la congelación masiva del continente. Sin embargo, un nuevo hallazgo paleontológico reveló que los bosques de Nothofagus (el mismo género que hoy domina el sur de Chile) lograron persistir en la zona hasta hace 21 millones de años, en pleno Mioceno temprano.

El descubrimiento fue realizado por un equipo multidisciplinario de investigadores de Chile, Suiza, Nueva Zelanda y China, encabezado por el Dr. Marcelo Leppe, académico del Centro GEMA (Genómica, Ecología y Medio Ambiente) de la Universidad Mayor, y el investigador Joaquín Bastías-Silva.

El equipo halló impresiones fósiles de hojas en la Formación Cabo Melville, ubicada en la isla Rey Jorge, en la Antártica Occidental. Mediante una combinación de técnicas de geocronología U–Pb en circones, paleobotánica y estratigrafía, el estudio confirmó que estos bosques, con características tipo tundra, sobrevivieron mucho después de que el manto de hielo comenzara a cubrir la región, reescribiendo así la historia ecológica del continente blanco.

«Comprender cuándo y cómo desaparecieron los bosques antárticos es clave para entender una de las mayores transformaciones del paisaje planetario: la glaciación final de Antártica», explicó el Dr. Marcelo Leppe.

Un linaje conectado con los bosques de Chile

Los registros indican que los primeros bosques de este tipo en la Antártica aparecieron hace entre 83 y 87 millones de años. Los fósiles encontrados ahora representan a los últimos supervivientes de esa antigua vegetación, antes de que el hielo terminara por conquistar el paisaje hace cerca de 21 millones de años.

El Nothofagus es un linaje ancestral, remanente del supercontinente Gondwana. Su historia evolutiva es una de resistencia: sobrevivió a extinciones masivas, impactos de meteoritos, intensa actividad volcánica y cambios bruscos de temperatura. Desde su bastión antártico, este género logró dispersarse hacia Sudamérica, Australia, Nueva Zelanda y Nueva Caledonia. De hecho, es el origen directo de los bosques que hoy cubren gran parte de la Patagonia chilena y zonas del centro-sur del país.

¿Cómo resistieron al hielo?

Los fósiles sugieren dos posibilidades. La primera es que los bosques recolonizaron la Antártica Occidental durante periodos intermitentes de calentamiento. Sin embargo, la lejanía con la Patagonia y las barreras oceánicas hacen que este escenario sea poco probable.

La hipótesis que cobra más fuerza entre los expertos es la de los refugios glaciales. Se cree que existieron pequeñas áreas libres de hielo donde la vegetación logró mantenerse aislada. Esta teoría se sustenta en una característica biológica clave: las semillas de Nothofagus no toleran el agua salada, lo que dificulta enormemente su dispersión a través del océano y refuerza la idea de que nunca abandonaron el continente, sino que resistieron en reductos específicos.

«No es imposible que en pocas décadas la Antártica vuelva a ofrecer condiciones similares a las del Mioceno, e incluso permitir nuevamente el crecimiento de árboles», concluye el investigador.


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