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¿Cómo proteger libros y fotografías del calor? Experta entrega claves para la conservación en el hogar

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Tiempo de lectura: 2 minutos Ante el aumento de las temperaturas, el Área de Conservación Patrimonial del Archivo Central Andrés Bello comparte recomendaciones prácticas para evitar que el clima deteriore el patrimonio familiar y los tesoros bibliográficos.

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Con la llegada de diciembre y las altas temperaturas que afectan a gran parte del territorio nacional, objetos que están en casa, como libros antiguos, documentos y fotografías, pueden verse afectados. Variables como la humedad, la luz solar directa y el polvo pueden acelerar procesos químicos que dañan de forma irreversible estos materiales.

Bajo este contexto, la coordinadora del Área de Conservación Patrimonial del Archivo Central Andrés Bello de la Universidad de Chile, Loreto Millar, entrega una serie de consejos para preservar estas colecciones personales sin necesidad de contar con infraestructura de museo. Según la experta, aunque el cuidado doméstico difiere de una biblioteca nacional, el deterioro es el mismo, y la prevención es la única herramienta para frenarlo.

¿Por qué se deterioran el papel y las fotos?

La mayoría de los objetos que componen el patrimonio familiar están fabricados con materiales orgánicos, como papel, cuero o emulsiones fotográficas. Estos elementos son higroscópicos, lo que significa que absorben humedad y reaccionan constantemente al entorno.

«Si uno lo observa con una lupa, puede darse cuenta de que estos materiales presentan porosidades. Es como si el material ‘respirara’, absorbiendo humedad y atrapando polvo», explica Millar. El calor excesivo provoca que el papel experimente micro-contracciones y dilataciones. Aunque el daño no es inmediato tras un día de calor, es progresivo y acumulativo.

Con el paso del tiempo, esta exposición se traduce en daños visibles: hojas que se vuelven amarillas y quebradizas, encuadernaciones deformadas o fotografías que comienzan a pegarse entre sí. La clave, según la especialista de la Universidad de Chile, es entender que conservar no es inmortalizar, sino retrasar el deterioro natural.

Consejos prácticos para la conservación en el hogar

Para proteger estos objetos durante el verano, no es necesario transformar la casa en un depósito especializado, sino aplicar criterios de sentido común y observación. La especialista entrega las siguientes recomendaciones:

  1. Evitar la luz solar directa: La radiación UV provoca reacciones químicas que debilitan las fibras del papel y desvanecen los colores. Nunca ubicar estanterías frente a ventanas sin protección.

  2. Controlar el polvo y la ventilación: El polvo retiene humedad y puede fomentar microorganismos. Se recomienda limpiar las estanterías con paños secos y suaves periódicamente.

  3. Ubicación estratégica: Evitar colocar libros en muros que colinden con cañerías o que presenten manchas de humedad. Una filtración inadvertida puede generar hongos, los cuales representan un riesgo tanto para el objeto como para la salud respiratoria de los habitantes del hogar.

  4. El «sensor corporal»: Una guía útil es la propia percepción. Si un lugar de la casa se siente demasiado caluroso o sofocante para una persona, también lo será para sus libros.

Preservación fotográfica: El peligro de las bolsas plásticas

Uno de los errores más comunes en las casas chilenas es almacenar fotografías en bolsas plásticas. Millar advierte que este material genera un microclima sin ventilación que, sumado al calor, ablanda la emulsión fotográfica y hace que las imágenes se peguen o se desprendan.

Lo ideal, señala, es utilizar sobres de papel o cajas de cartón. Si no se dispone de materiales libres de ácido (estándar de conservación), una caja de cartón tradicional o plástica con pequeñas perforaciones para permitir la circulación del aire es una solución provisoria mucho más segura que el sellado hermético.

Desde el Archivo Central Andrés Bello enfatizan que estas pequeñas acciones de observación y limpieza pueden extender significativamente la vida útil de los recuerdos, permitiendo que el legado familiar perdure para las próximas generaciones.


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