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¿Cómo avanza la normativa que protege la oscuridad?

¿Cómo avanza la normativa que protege la oscuridad?

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Tiempo de lectura: 3 minutos En junio se publicó en el diario oficial de Chile el decreto que identifica las áreas de investigación para la observación astronómica. Además, se espera la publicación de la nueva norma lumínica del país. Ambos reglamentos buscan disminuir la contaminación lumínica.

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Chile es conocido mundialmente por la transparencia de sus cielos, los que, al encontrarse sobre el desierto de Atacama, se mantienen despejados y estables durante casi todo el año. Por esto, es actualmente potencia astronómica debido a que cerca del 40% de la infraestructura creada para estudiar el Universo está en su territorio. Para 2030, según la Sociedad Chilena de Astronomía, este número aumentará a 55%.

Sin embargo, esta condición privilegiada está amenazada debido al rápido crecimiento de la iluminación artificial en ciudades, carreteras y faenas mineras. Este exceso de luz artificial, en relación a la que realmente se necesita para iluminar, se conoce como contaminación lumínica y según una investigación publicada en enero de 2023 en la revista Science, aumenta aproximadamente un 10% al año en todo el planeta. 

“El desierto de Atacama siempre ha sido un lugar extremadamente oscuro, que tiene condiciones únicas para hacer observaciones astronómicas, pero el avance de esta contaminación, a la tasa rápida y acelerada que vemos actualmente, pone en riesgo la viabilidad de la operación de los observatorios astronómicos en los próximos 30 años”, menciona Guillermo Blanc, Director Asociado de Iniciativas Estratégicas para los Observatorios Carnegie y Las Campanas y Presidente de la Fundación Cielos de Chile.

Un gran paso en esta lucha significó la publicación en el Diario Oficial de Chile el 27 de junio de 2023, del decreto Núm. 43.586 que crea las áreas con valor científico y de investigación para la observación astronómica o “áreas astronómicas”, abarcando un total de 31 de las 34 comunas presentes en las regiones de Antofagasta, Atacama y Coquimbo.

El camino hacia el decreto de zonas protegidas

Al iluminar el cielo aumenta el ruido en las imágenes que obtienen los telescopios, lo que hace que sea más difícil detectar objetos débiles. En 2018 se comenzó a trabajar en la creación de una ley para aplicar regulaciones lumínicas más estrictas, cuya promulgación ocurrió un año después.

Durante el proceso legislativo miembros de la comunidad científica como Eduardo Unda-Sanzana, académico de la Universidad de Antofagasta, Guillermo Blanc del Observatorio Las Campanas, y Pedro Sanhueza, director de la Oficina de Protección de la Calidad del Cielo del Norte de Chile (OPCC), defendieron la necesidad de este proyecto frente a las comisiones de Medio Ambiente de la Cámara de Diputados y del Senado.

Finalmente, la ley 21.162 agrega a la lista de contaminantes la luminosidad artificial y exige la elaboración de un estudio de impacto ambiental en los proyectos que pudiesen generar contaminación lumínica en zonas con valor para la observación astronómica con fines de investigación científica. Sin embargo, en esta ley no se indica cuáles son exactamente las zonas protegidas. Ese trabajo quedó en manos del Ministerio del Medio Ambiente, quien debía recomendar a la presidencia, a través de una comisión de expertos, cuáles eran las zonas a proteger.

Esta comisión de astrónomos se creó en 2020 de la mano del nuevo Ministerio de Ciencia, Tecnologia e Innovacion. En febrero de 2021, la propuesta fue enviada al Gobierno y, finalmente, el 27 de junio de 2023 se publicó la Norma que identifica las áreas con valor científico y de investigación para la astronomía.

En esta nueva norma se protege un radio de 150 kilómetros alrededor de los principales observatorios astronómicos, identificando como “áreas astronómicas” 8 comunas en la región de Antofagasta, 7 en la región de Atacama y 14 en la región de Coquimbo.

Próximos pasos

En 2021, impulsado por científicos chilenos, entre ellos Guillermo Blanc, Eduardo Unda-Sanzana y Pedro Sanhueza, se realizó la revisión del decreto supremo 43 del Ministerio del Medio Ambiente que regula las normas lumínicas, creado en 2012. Este decreto, aún vigente, regla el color de la luz, la intensidad, la dirección, entre otras cosas, pero sólo en las regiones de Antofagasta, Atacama y Coquimbo.

Esta revisión crea dos niveles de regulación. Uno, similar al existente hoy en las regiones de Atacama, Antofagasta y Coquimbo pero extendido a todo el territorio, y otro más exigente para las zonas protegidas. Este cambio, indica Blanc, es un reconocimiento a que la contaminación lumínica no solamente es un problema para la astronomía, sino que tiene impactos en la salud humana, en la eficiencia energética y en la biodiversidad.

En la nueva norma lumínica se aportan antecedentes relacionados con la  afectación a la biodiversidad y a la salud de las personas por efectos de la contaminación lumínica y la iluminación deficiente. “Al implementar medidas integrales, el decreto ayudará a combatir los efectos perjudiciales de la iluminación excesiva. Esta nueva legislación combinada no sólo garantizará la observación ininterrumpida de nuestro universo, sino que también beneficiará la vida silvestre, la salud humana y la eficiencia energética”, enfatiza Daniela González, Directora Ejecutiva de la Fundación Cielos de Chile.

Fuente: Carnegie Science


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