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El alto riesgo del robo a las estaciones sismológicas

El alto riesgo del robo a las estaciones sismológicas

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Tiempo de lectura: 4 minutos El Centro Sismológico Nacional (CSN), ha registrado 16 eventos de estaciones afectadas por vandalismo en los últimos cinco años. Las estaciones permiten a las autoridades responder rápidamente, como por ejemplo, alertar a la ciudadanía sobre un posible tsunami. «Cuando una estación deja de funcionar, todo el sistema se ve perjudicado», advierte Sergio Barrientos, director del CSN.

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El salar de Maricunga está ubicado en uno de los sitios más recónditos del país. En pleno desierto de Atacama y a 3.750 metros de altura sobre el nivel del mar, este lugar está prácticamente aislado de los grandes asentamientos. Fue esa la característica que buscaban desde el Centro Sismológico Nacional (CSN) cuando decidieron instalar hace algunos años la estación sismológica AC02 en las cercanías de este salar.

Es uno de los 115 dispositivos que forman parte de la red de monitoreo sísmico del país. Su principal función es recibir información en tiempo real de la actividad sísmica que ocurre en distintos puntos del país y que luego es enviada al CSN.

«Son el encefalograma que tenemos para monitorear por debajo de la tierra y ver qué afecta a nuestro país», explica el director del CSN, Sergio Barrientos, sobre estos instrumentos que están ubicados desde Visviri, en el extremo norte, hasta Puerto Williams, en el Chile austral, y también tienen presencia en la Antártica, Rapa Nui y el Archipiélago de Juan Fernández.

Sin embargo, en octubre de este año, la estación AC02 dejó de funcionar y el CSN perdió su conexión. ¿La razón? Había sido vandalizada con un robo que incluía la sustracción de baterías, el cerco perimetral, y daños estructurales, impidiendo el monitoreo de los datos.

Pero este no es un caso aislado. En los últimos cinco años, el CSN ha registrado 16 eventos de estaciones dañadas por terceros, algunas de las cuales han sido vandalizadas más de una vez.

Todo el sistema perjudicado

La Red Sismológica Nacional que forman las estaciones sismológicas está diseñada para responder a la necesidad de conocimiento de cualquier temblor con una magnitud de 3,5 grados o superior.

«Nuestro acuerdo con Senapred es que entreguemos toda la información de los sismos que son percibidos por la población, entonces proveemos de esa información antes de 5 minutos«, menciona el director del CSN.

Esta Red Sismológica Nacional juega un rol clave para la toma de decisiones. «Las 115 estaciones permiten a las autoridades responder rápidamente. Si es un sismo grande, dónde está ubicado, porque eso es muy importante para el sistema de alerta de tsunami que maneja el SHOA«, señala Barrientos.

El académico de la Universidad de Chile agrega que, «si no funciona una estación, van a empezar a llegar los sismos a estaciones más lejanas y nos vamos a demorar más en entregar la información. Cuando una estación deja de funcionar disminuye la capacidad de detección y de localizar adecuadamente un terremoto. Cuando una estación deja de funcionar, todo el sistema se ve perjudicado«.

Medidas adoptadas

Las estaciones de monitoreo sísmico se alimentan de energía que producen con sus propios paneles solares y baterías. «Así alimentamos esas estaciones para que puedan enviar las señales que, con los terremotos, lo primero que es afectado es la energía y las comunicaciones», señala Barrientos.

Para su adecuado funcionamiento, estos dispositivos deben instalarse en lugares específicos. Por ejemplo, sitios que estén alejados de caminos, ciudades o cualquier otro elemento que pueda generar ruido. De ahí que muchas de las estaciones estén ubicadas en sectores aislados. Eso, junto a la baja vigilancia, son factores que han propiciado su vandalización.

Así lo plantea el director del CSN, quien comenta que han optado por instalar nuevas estaciones en municipalidades, retenes de Carabineros o en las cercanías de los aeropuertos: «Hemos tomado la decisión de buscar sitios quizás no técnicamente óptimos, pero que estén resguardados y que podamos seguir teniendo datos para los sismos más importantes».

Denuncias sin resultados

¿Son suficientes estas medidas? Barrientos dice que, aunque se invierte en sistemas de protección, el problema persiste: «Aunque ponemos una reja protectora, en algunas estaciones incluso hasta se las han llevado. Si quedan solas las estaciones, con todo el tiempo del mundo se pueden llevar prácticamente todo lo que hayamos instalado ahí«.

Otra opción que se plantea es incrementar la vigilancia policial en las estaciones, sin embargo, la Red Sismológica Nacional es tan amplia que dicha medida no daría abasto: «Las soluciones son tan caras que el sistema no lo permitiría en el largo plazo para cada una de las más de 100 estaciones», indica el experto.

Una vez que vandalizan las estaciones de monitoreo, el CSN ingresa una denuncia a Carabineros, donde informa sobre los equipos sustraídos. Luego, es el Ministerio Público quien ordena las diligencias. Desde el organismo explican que, lamentablemente, no es mucho lo que se puede hacer en estos casos, porque no hay cámaras u otros equipos de seguridad que permitan dar pistas sobre los autores de los hechos delictivos. Por lo mismo, tampoco hay casos de querellas.

¿Qué pasa con la reparación de los equipos? Según el CSN, el gasto corre por cuenta propia, destinando para ello parte de su presupuesto anual. Éste, a su vez, es entregado por SENAPRED, organismo que forma parte del Ministerio del Interior.

Años de conocimiento paralizados

La vandalización de las estaciones de monitoreo sísmico no solo afecta al funcionamiento de la red. También, implica un daño para el conocimiento que solo se construye en base a esos instrumentos. «Si uno pierde la oportunidad de adquirir datos respecto a un terremoto determinado, entonces va a tener que esperar por lo menos unos 100 años hasta que ocurra otro terremoto de similares características y poder entender cómo esta ocurriendo», plantea Barrientos.

«La consecuencia es que paraliza el conocimiento por décadas y, en algunos casos, ciertos de años si el evento ocurre y uno no tiene los instrumentos adecuados para medirlo», agrega.


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