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Científicas chilenas usan bacterias del desierto de Atacama para revivir suelos agrícolas

Científicas chilenas usan bacterias del desierto de Atacama para revivir suelos agrícolas

Cooperativa Ciencia,

Tiempo de lectura: 3 minutos Las investigadoras de la Universidad de Valparaíso (UV), Andrea Calixto y Yoanna Eissler, buscan aplicar la nueva biotecnología a los suelos agrícolas chilenos.

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Frente a la creciente amenaza del cambio climático y la degradación de las tierras, un grupo de científicas chilenas está explorando el poder de la vida microscópica para ofrecer una solución sustentable. El proyecto, denominado «Desarrollo de eco-consorcios microbianos para la recuperación de suelos en proceso de desertificación», busca restaurar la fertilidad de los suelos agrícolas utilizando bacterias provenientes del desierto de Atacama.

La iniciativa está liderada por la investigadora del Instituto de Neurociencias de la Universidad de Valparaíso (UV) y el Centro Interdisciplinario de Neurociencia (CINV), Andrea Calixto junto a la doctora del Instituto de Química y Bioquímica de la misma casa de estudios, Yoanna Eissler.

Entre los principales objetivos, las investigadoras buscan crear comunidades de bacterias saludables y eficientes que puedan regenerar los suelos afectados por la salinización y la pérdida de nutrientes. La clave está en los microorganismos del desierto de Atacama, que han evolucionado durante millones de años para sobrevivir en uno de los ambientes más extremos de la Tierra, desarrollando una resistencia a condiciones adversas similares a las que hoy enfrenta la agricultura.

Investigadoras de la Universidad de Valparaíso: Andrea Calixto y Yoanna Eissler.

Investigadoras de la Universidad de Valparaíso: Andrea Calixto y Yoanna Eissler.

Un problema global con solución local

«Quisimos poner la mente y las manos para resolver un problema que no solo afecta a la región de Valparaíso, sino al mundo», afirma la doctora Calixto. Esta degradación disminuye la productividad agrícola y afecta directamente a las comunidades que dependen de la tierra para su sustento.

Para probar la efectividad de estos «eco-consorcios», el equipo utiliza como modelo experimental al nematodo Caenorhabditis elegans. Este gusano de un milímetro, ampliamente usado en la investigación científica, es un indicador clave de la salud del suelo. «Los suelos que tienen nemátodos son saludables. En cambio, aquellos donde no los encuentras, suelen estar empobrecidos», detalla Calixto.

El C. elegans se alimenta de las bacterias, lo que permite a las científicas observar directamente cómo los consorcios microbianos influyen en su desarrollo y fertilidad. Las bacterias del desierto de Atacama, además, producen vitamina B12, un compuesto esencial para el desarrollo del sistema nervioso que acelera el crecimiento y la reproducción de los nemátodos, enriqueciendo así la microbiota del suelo.

Del laboratorio al campo

El proyecto se estructura en tres ejes fundamentales: el estudio de las bacterias del desierto, el análisis de los nemátodos como bioindicadores y la aplicación en cultivos agrícolas. Para llevar esta innovadora solución del laboratorio al terreno, las investigadoras se asociaron con la empresa regional Agroqtral, liderada por mujeres agricultoras que conocen de primera mano los desafíos del campo.

«Queremos que estos eco-consorcios bacterianos se instalen, formen comunidades estables con las bacterias locales y se perpetúen en el tiempo. Es una estrategia sustentable, sin fertilizantes ni soluciones transitorias», destaca Calixto. Las pruebas iniciales en laboratorio han sido prometedoras, demostrando que las bacterias atacameñas pueden adaptarse y prosperar en las condiciones de los suelos de la región de Valparaíso.

Con una duración de dos años, el proyecto ahora se prepara para su siguiente fase: la aplicación en terreno. El equipo científico secuenciará y analizará los microorganismos presentes en suelos fértiles y degradados de la región para identificar cuáles son necesarios reintroducir. «Nuestro sueño es encontrar una herramienta sustentable que no solo mejore los suelos de Valparaíso, sino que también sirva en otros países, porque la desertificación avanza en otros lugares del mundo«, concluye la doctora Calixto.


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