El repositorio de datos que se prepara en Chile sobre «contaminantes eternos» de la Antártica
Tiempo de lectura: 2 minutos Un proyecto, liderado por el biólogo Cristóbal Galbán, busca entender cómo el deshielo libera químicos perfluorados (PFAS) en los ecosistemas polares.
La Antártica chilena enfrenta el problema de los contaminantes eternos. Ante este escenario, Cristóbal Galbán, investigador de Data Observatory y profesor titular de la Universidad Mayor, se adjudicó un proyecto Anillo de ANID de investigación y tecnología. La iniciativa, que se desarrollará durante los próximos tres años, tiene como objetivo principal estudiar la presencia y el impacto de los químicos perfluorados (PFAS) en el continente blanco y crear un repositorio de datos abiertos único en su tipo.
Los PFAS (sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas) son compuestos químicos creados por el ser humano que se caracterizan por no degradarse con el tiempo, lo que les ha valido el nombre de «contaminantes eternos». Estos elementos, presentes en productos cotidianos como textiles, cosméticos, envases y espumas de extintores, viajan a través del viento y las corrientes marinas hasta quedar retenidos en la nieve y el hielo polar. Sin embargo, con el avance del cambio climático y el consiguiente derretimiento de los hielos, estos tóxicos están siendo liberados nuevamente al medioambiente, recirculando en los sistemas acuáticos costeros.
El proyecto liderado por Galbán busca llenar un vacío importante en la literatura científica global. Según el especialista, existe muy poca información sobre el comportamiento de los PFAS en la Antártica, un ecosistema que funciona como un laboratorio natural para medir los efectos del cambio climático.
Explorarán los efectos de los contaminantes eternos en la Antártica
«Este estudio no evaluará el impacto del deshielo sobre la biota, sino el efecto de la llegada de estos contaminantes eternos sobre la biota y sobre la microbiota», aclara el investigador. Estudios previos han demostrado que los PFAS son tóxicos, actúan como disruptores endocrinos y, en seres humanos, se han vinculado a problemas graves de salud como cáncer de vejiga y riñón, así como infertilidad.
La investigación se organizará en campañas de terreno durante los periodos estivales de 2026-2027 y 2027-2028. Un equipo multidisciplinario —que incluye expertos en biogeoquímica, ecotoxicología, microbiología, meteorología y oceanografía— recolectará muestras de agua, hielo y sedimentos. El objetivo es identificar biomarcadores o pistas biológicas que denoten cambios moleculares, permitiendo extrapolar los efectos a mediano y largo plazo en peces, plancton e invertebrados.
Datos abiertos
El gran volumen de datos generado será procesado y disponibilizado por Data Observatory en un repositorio abierto para científicos y tomadores de decisiones de todo el mundo.
«Este novedoso repositorio de datos abiertos y únicos quedará disponible para la comunidad científica. Hasta ahora, solo hay evidencia en el Ártico, que constituye un ecosistema polar distinto al nuestro, ya que no tiene continente, es totalmente flotante. La Antártica es un continente que tiene escorrentía y aportes de materia orgánica, por lo que es rico en información para la ciencia», explica Galbán.
Gracias a la estacionalidad de la Antártica chilena, que entre el verano y marzo replica los cambios de un año promedio, el equipo podrá obtener evidencia científica acelerada, logrando resultados que en otras condiciones tomarían entre 15 a 20 años. Esto permitirá a Chile convertirse en líder en Sudamérica, consolidando el primer grupo de expertos en PFAS a nivel mundial en la región.
La persistencia de estos químicos es tal, que una de las grandes interrogantes científicas actuales es si será posible biorremediarlos en el futuro. Por ahora, el proyecto se centrará en entender cómo interactúan con las comunidades microbianas, ya que existe evidencia de que ciertas familias de bacterias proliferan en presencia de estos contaminantes.
