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Maria Sibylla Merian: Pionera de la entomología y la ilustración científica

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Tiempo de lectura: 3 minutos Considerada una de las precursoras más destacadas de la entomología moderna, la pintora alemana dejó una imborrable huella en el reino de los insectos.

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Maria Sibylla Merian fue una importante entomóloga e ilustradora científica. Todo comenzó en su juventud, cuando comenzó a dedicar largas jornadas de su tiempo en coleccionar insectos para estudiar su comportamiento e ilustrarlos.

Merian nació en la ciudad de Frankfurt, en Alemania, en 1647. Inspirada por su padre, un reconocido artista y grabador, aprendió desde temprana edad sobre técnicas de dibujo que se convertirían en su mejor aliado.

En un contexto histórico donde la participación de las mujeres estaba limitada, dedicó buena parte de su vida a pintar todo tipo de flores, plantas, pájaros e insectos como orugas, moscas, mosquitos y arañas. Su talento le abrió las puertas en la ciencia, específicamente en la entomología.

Casi cumplidos los 20 años, Maria contrajo matrimonio con el pintor alemán, Johann Andreas Graff. Ambos se fueron a vivir a Núremberg, lugar donde ella instaló por sí misma un taller en el que se dedicaba a pintar lienzos con elementos copiados de la naturaleza, que luego vendía.

También se desempeñó como maestra artesana y reunió a jóvenes mujeres interesadas en observar y pintar, quienes más tarde se convirtieron en sus ayudantes.

En 1685 consolidó su independencia tras divorciarse de Graff, momento en el que se mudó a Ámsterdam en compañía de sus hijas, Johanna Helena Herolt y Dorothea Maria Henrietta. Las tres instalaron un nuevo taller que les entregó la suficiente solvencia económica para seguir dedicándose a la ilustración.

El reconocimiento a sus aportes no comenzó hasta 1679, con el libro «La oruga, maravillosa transformación y extraña alimentación floral». La publicación fue el resultado de años de investigación y observación, en la que incluyó ilustraciones de la metamorfosis de las mariposas y el ciclo de vida de los insectos, además de los tipos de plantas de las que se alimentaban.

Su segundo libro, en 1680, entregó conocimientos en botánica, con flores copiadas directamente desde la naturaleza.

El comienzo de un viaje

Además de sus aportes a la ciencia y empoderamiento femenino, a sus 52 años, Maria Sibylla emprendió un largo viaje hasta la Guyana Holandesa, lo que hoy se conoce como Surinam. Junto a sus dos hijas, desafiaron a la época en la que la mayoría de las mujeres naturalistas se quedaban trabajando en casa.

Maria pudo ser la única mujer europea del período que viajó sin la compañía de un hombre, a esto se suma la valentía de ir sin la experiencia previa de estar en el campo o de hacer grandes exploraciones, tampoco estaba comisionada por una academia científica o compañía comercial.

Durante la mayor parte de su vida financió por su cuenta las investigaciones y los dos años que permaneció fuera de su país natal. Su idea era observar, explorar y retratar especies exóticas de la región. Sin embargo, en 1701 se enfermó de malaria, lo que la obligó a regresar a Europa.

Una vez recuperada y en colaboración de su hija, los registros de su viaje los plasmó en «Metamorfosis de los insectos de Surinam» que se publicó en holandés y latín. 

Su hija mayor, Johanna, volvió a Surinam con el objetivo de recolectar nuevos ejemplares de plantas e insectos. Tras la muerte de Maria Sibylla, en 1717, su otra hija Dorothea, ilustró y publicó el tercer volumen de su libro sobre entomología europea.

Las publicaciones siguieron alcanzando mayor popularidad y su legado quedó inmortalizado con las nueve mariposas, dos escarabajos y seis plantas que fueron bautizados con su nombre.

Es reconocida por los especialistas actuales gracias a su amplio trabajo en la ciencia y representación de las mujeres naturalistas, algo que la posicionó por muchos años como una referente en el campo de la entomología.


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