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Mary Kalin: La pionera neozelandesa de la ecología vegetal en Chile

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Tiempo de lectura: 2 minutos Con 81 años y una vida dedicada a la ciencia, la botánica Mary Kalin, Premio Nacional de Ciencias Naturales 2010, reflexiona sobre su trayectoria, el rol de la curiosidad y la importancia de la mujer en la ciencia.

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Desde su llegada a la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile en 1978, la Premio Nacional de Ciencias Naturales 2010, Mary Kalin, ha sido una impulsora en el campo de la ecología vegetal. De origen neozelandés, formada en las prestigiosas universidades de Canterbury y Berkeley, Kalin encontró en Chile un terreno fértil para su curiosidad.

El edificio de la Facultad de Ciencias, que hoy lleva su nombre, es un testimonio de su impacto y dedicación, encapsulado en su célebre frase: «Ser científico no es un trabajo profesional, es una vida». Para la creadora del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB Chile), la vida científica es una «aventura continua y saludable«.

Lejos de la imagen del investigador de laboratorio, Kalin ha pasado meses en las montañas chilenas, donde la naturaleza se convierte en su «experimento natural».  Su fascinación por la diversidad de la flora andina comenzó en la niñez, con un profesor que la invitó a «mirar intensamente» el bosque y otro que la llevó a la cumbre de un cerro cerca de un volcán, revelándole un «jardín lleno de flores, bellísimo».

Su decisión de dedicarse a la botánica, a pesar de su talento para las matemáticas, se basó en una balanza personal: «Era mejor ser botánica porque me gustaba mucho, además era mucho más saludable y ya tenía varias preguntas en la mente». Esta elección la llevó a investigar dos grandes interrogantes. La primera, inspirada en Darwin, sobre la autofertilización de las plantas en ausencia de polinizadores. Kalin descubrió que las flores de la Patagonia y Chile central simplemente «se quedan abiertas más tiempo», esperando a sus polinizadores, un hito que llamó la «larga vida floral«.

Su segunda gran pregunta surgió de la curiosidad por la flora altoandina, a la que erróneamente se le llama «desierto andino«. Kalin se preguntó cuántas especies existían y, dada la juventud geológica de la cordillera, ¿de dónde venían? Utilizando el ADN para rastrear la genealogía de las plantas, ha revelado que muchas especies provienen de las llanuras, otras del norte e incluso algunas desde lugares tan lejanos como Nueva Zelanda.

El futuro verde de Chile

En un mundo cada vez más digital, la primera subdirectora del Centro Internacional Cabo de Hornos aboga por un «sano equilibrio» entre el uso de la tecnología y la observación directa. Reconoce la utilidad de herramientas como iNaturalist, que permiten a los ciudadanos aportar datos valiosos a la ciencia. Sin embargo, enfatiza la necesidad de mantener la curiosidad y la capacidad de «mirar mucho». Su mensaje a las nuevas generaciones es claro: «Deben leer mucho, deben mirar mucho y deben tener curiosidad».

La botánica destaca la deficiencia en la educación chilena respecto al contacto de los niños con la naturaleza, algo que ella considera fundamental para forjar futuros científicos y ciudadanos conscientes. Kalin proyecta un futuro en el que el «sueldo verde» de Chile, basado en la naturaleza y el ecoturismo, reemplazará la dependencia del cobre. Para ello, es crucial formar a personas con conocimiento de los ecosistemas y la biodiversidad del país.

A sus casi 81 años, Mary Kalin sigue activa en la universidad. Asegura que las capacidades de investigación pueden mantenerse, siempre que se comparta el conocimiento con los jóvenes.


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