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Un hongo nativo chileno sería clave para mejorar la salud de las abejas

Un hongo nativo chileno sería clave para mejorar la salud de las abejas

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Tiempo de lectura: 3 minutos Una investigación pionera explora el potencial de extractos del hongo nativo Ganoderma australe, conocido como «oreja de palo», para combatir enfermedades y fortalecer el sistema inmunológico de las abejas melíferas (Apis mellifera).

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Las abejas, junto con otros polinizadores, son fundamentales para la seguridad alimentaria global y la mantención de los ecosistemas. Se estima que el 65% de los cultivos de frutas y semillas dependen de su labor.

En Chile, la apicultura es una actividad económica relevante, con aproximadamente 10.500 apicultores y 1.4 millones de colmenas registradas en 2022, posicionando al país como un importante productor de miel. La especie estrella es la Apis mellifera, también conocida como abeja europea, cuya distribución se extiende por todo el mundo.

Sin embargo, estos insectos enfrentan una crisis mundial. «Lamentablemente, en la última década pudimos ver un declive de los insectos. Había un 41% de declive de especies de insectos (…) y además 40% de los insectos están en declive y un tercio está en peligro de extinción», alertó durante su exposición en FungiFest Valdivia 2025 la investigadora del Instituto de Bioquímica y Microbiología de la Universidad Austral (UACh), Sarah Zuern, quien desarrolla una innovación en base al hongo nativo Ganoderma australe para potenciar el bienestar de las abejas.

Hongo ‘oreja de palo’. Créditos: EOL

Parásitos y enfermedades entre las principales amenazas

La científica explicó que diversos factores contribuyen al declive de las abejas, incluyendo la degradación del hábitat, el uso de pesticidas como los neonicotinoides (que afectan su orientación y memoria), el cambio climático y la falta de diversidad genética. Pero dos patógenos destacan por su impacto devastador en las colmenas chilenas y mundiales: Varroa destructor y Nosema spp.

La varroosis, causada por el ácaro ectoparásito Varroa destructor, afecta tanto a abejas adultas como a sus crías. El ácaro se alimenta de la hemolinfa y el cuerpo graso de las abejas, debilitándolas, reduciendo su longevidad, causando deformaciones y disminuyendo su inmunidad. Además, es un vector de múltiples virus, como el de las alas deformadas. Los tratamientos actuales varían entre químicos, con posibles efectos secundarios y riesgo de residuos, y orgánicos como el ácido fórmico o el timol.

Por otro lado, la nosemosis, provocada por el parásito microsporidio intracelular Nosema, principalmente la especie Nosema ceranae (prevalente en Chile desde su detección en 2012), ataca el sistema digestivo de las abejas. Se transmite oral-fecalmente a través de esporas en alimentos o agua contaminada. Los síntomas incluyen problemas digestivos, diarrea, reducción de la esperanza de vida y alteración de la microbiota intestinal, pudiendo llevar al colapso de la colmena.

La investigadora explicó que el antibiótico fumagilina B, usado anteriormente, «está prohibido en muchos países, especialmente en Chile, Estados Unidos y Europa» debido a que «encontraron residuos de la fumagilina en la miel y por eso, porque es tóxico para nosotros los humanos y no queremos comer miel con antibiótico».

Un hongo nativo chileno como aliado para la apicultura

Frente a este panorama, la investigación de Sarah Zuern, se centró en el hongo nativo chileno Ganoderma australe («oreja de palo»).  «Elegí ese hongo primero porque es nativo y además se puede cultivar en el laboratorio (…) y tiene alto contenido en polisacáridos y ácidos ganodéricos, y los estudios mostraron que el ácido ganodérico es antioxidante», detalló Zuern. Este hongo es conocido por sus propiedades inmunomoduladoras y antimicrobianas.

Para el estudio, se desarrolló un producto denominado «Ganobi«, un extracto en polvo del micelio cultivado de Ganoderma australe, mezclado con coformulantes. Se realizaron experimentos en laboratorio con abejas Apis mellifera recién nacidas, divididas en grupos infectados y no infectados con Nosema ceranae.

Los resultados demostraron que Ganobi tiene un potencial significativo. Por una parte, la dieta con Ganobi influyó en la composición y diversidad de las bacterias intestinales de las abejas, un factor clave para su salud.

Además, en abejas alimentadas con Ganobi, especialmente aquellas infectadas con Nosema, se observó una mayor expresión de genes relacionados con la inmunidad, como la abaecina, hymenoptaecina y vitelogenina. Esto sugiere que el extracto ayuda a las abejas a montar una respuesta inmune más robusta.

Si bien estos hallazgos son prometedores y abren una puerta al uso de hongos medicinales nativos como suplementos naturales para mejorar la salud de las abejas, la investigadora enfatiza la necesidad de realizar estudios de campo para validar estos resultados: «Claramente, estos solo fueron experimentos en el laboratorio. Necesitamos más investigación en el campo, (para entender) cómo se comportan afuera en la naturaleza», concluyó.


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