Marejadas de verano de 2024 fueron las más extremas en 40 años para la costa de Chile

Tiempo de lectura: 2 minutos La investigación revela que estas olas gigantes viajaron miles de kilómetros desde el Hemisferio Norte y pone sobre la mesa un desafío crucial: la necesidad de mejorar la comunicación de riesgo para evitar tragedias futuras.
Un reciente estudio liderado por el Centro de Investigación para la Gestión Integrada del Riesgo de Desastres (CIGIDEN) reveló que las marejadas que azotaron la costa chilena a fines de diciembre de 2024 fueron el evento de oleaje de verano más extremo registrado en los últimos 40 años.
El fenómeno, que afectó no solo a Chile sino también a las costas de Perú, Ecuador y Colombia, se originó por un sistema de tormentas de una intensidad sin precedentes para la temporada.
La investigación, publicada en la revista Natural Hazards, detalla el origen y la magnitud de estas olas, que viajaron miles de kilómetros desde el Pacífico Norte, y advierte sobre la baja percepción de riesgo en la población a pesar de las alertas tempranas.
Un viaje transpacífico de olas gigantes
A diferencia de las marejadas de invierno, que se generan por tormentas locales frente a las costas chilenas, las de verano tienen su origen a miles de kilómetros de distancia. Según explica el autor principal del estudio, Patricio Winckler, investigador de CIGIDEN y académico de la Universidad de Valparaíso, el evento de diciembre de 2024 se gestó en una zona ubicada entre Japón y Estados Unidos.
«En el lugar de generación, los vientos alcanzaron del orden de 110 kilómetros por hora en una región de alrededor de 1.000 kilómetros y las olas llegaron casi a 20 metros de altura, el equivalente a un edificio de 6 pisos«, detalla Winckler. Esta enorme energía se propagó por el océano hasta impactar con gran intensidad en Sudamérica.
Para el análisis, los científicos utilizaron registros de mareógrafos, boyas de oleaje y datos de redes sociales, comparando los efectos en distintas zonas, como las bahías de Mejillones y Antofagasta, para explicar por qué la primera sufrió daños significativos mientras que la segunda resultó casi ilesa.
Percepción del riesgo y comunicación
Uno de los hallazgos más preocupantes del estudio es la desconexión entre las alertas técnicas y la respuesta de la población. A pesar de que los sistemas de pronóstico en Chile, Perú, Ecuador y Colombia funcionaron correctamente y emitieron avisos de marejadas con anticipación, el informe reporta muertes por ahogamiento y accidentes en la costa durante el evento.
Este hecho subraya una crítica debilidad en la gestión de desastres: la percepción del riesgo sigue siendo baja entre los ciudadanos y turistas. Los expertos concluyen que no basta con tener buenos modelos de predicción; es fundamental desarrollar estrategias de comunicación y educación más efectivas que logren transmitir la peligrosidad real de estos fenómenos naturales. El desafío, por tanto, es transformar la información científica en conductas seguras que protejan la vida de las personas en el borde costero.