La luz artificial altera el ciclo de las plantas: puede alargar su crecimiento hasta en tres semanas

Tiempo de lectura: 2 minutos Este fenómeno provoca que los brotes aparezcan antes en primavera y que las hojas tarden más en cambiar de color y caer en otoño, un efecto con graves consecuencias para los ecosistemas urbanos.
Un nuevo estudio publicado en la revista Nature Cities revela que la iluminación artificial nocturna en los centros urbanos está modificando drásticamente los ciclos naturales de la vegetación, alargando su temporada de crecimiento hasta en tres semanas en comparación con las zonas rurales.
La investigación, liderada por un equipo de científicos chinos en colaboración con expertos de Estados Unidos y Alemania, analizó datos satelitales durante siete años en 428 ciudades del hemisferio norte, incluyendo metrópolis como Nueva York, París y Pekín. El estudio confirma que la rápida urbanización no solo genera el conocido efecto de «isla de calor», donde el hormigón absorbe y retiene más temperatura, sino que también crea un entorno de luminosidad constante que impacta directamente en la biología de las plantas.
Los resultados son contundentes: la luz artificial nocturna adelanta el inicio de la estación de crecimiento en un promedio de 12,6 días y retrasa su finalización en 11,2 días. Sorprendentemente, el análisis sugiere que la iluminación tiene una influencia incluso mayor que la temperatura del aire en la prolongación del periodo vegetativo, sobre todo al posponer la llegada del otoño fenológico. Este efecto se intensifica exponencialmente hacia los centros urbanos, donde la contaminación lumínica es más severa.
Además, los autores advierten que el cambio global de las tradicionales lámparas de sodio a la iluminación LED podría agravar el problema, ya que las plantas son más receptivas a los espectros de luz que emiten los LED, aunque se necesita más investigación para confirmar esta hipótesis.
Impacto en los ecosistemas
Los investigadores señalan que un adelanto en la aparición de brotes y un retraso en la caída de las hojas exponen a las plantas a un mayor riesgo de daños por heladas tardías en primavera y tempranas en otoño. A su vez, este desajuste temporal puede perturbar las delicadas interacciones entre las plantas y sus polinizadores, como abejas e insectos, que dependen de una sincronización precisa para su supervivencia. Para los humanos, una de las consecuencias directas es la aparición más temprana y prolongada de los síntomas de alergia al polen.
La investigación subraya la necesidad de considerar el impacto biológico de la luz en nuestros ecosistemas urbanos. Ante el aumento de la urbanización y los efectos del cambio climático, los autores del estudio hacen un llamado urgente a «implementar soluciones de iluminación sostenibles» que protejan la vegetación urbana y fomenten ecosistemas más resilientes y saludables.