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Científicos proponen convertir los rompeolas en refugios para el pingüino de Humboldt

Científicos proponen convertir los rompeolas en refugios para el pingüino de Humboldt

Cooperativa Ciencia,

Tiempo de lectura: 2 minutos Un estudio global con participación chilena demuestra que la parte alta de los rompeolas es un refugio para pingüinos, nutrias y aves.

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Un nuevo estudio internacional, con participación de científicos chilenos, advierte que la ciencia ha ignorado el potencial de la zona supralitoral (la parte alta y seca de rompeolas y espigones) como hábitat crucial para la biodiversidad. La investigación propone transformar estas estructuras grises en «eco-infraestructuras» para proteger especies, incluyendo algunas tan emblemáticas como el pingüino de Humboldt.
El análisis es categórico: de 196 estudios sobre infraestructura costera analizados a nivel global, apenas un 2,5% consideró esta interfaz terrestre-marina. Este olvido científico y político ha dejado en la sombra un espacio que, lejos de ser inerte, puede albergar una sorprendente biodiversidad.
«Los rompeolas no son solo obstáculos de concreto o roca: también pueden ser espacios donde aniden aves, se establezcan plantas nativas o se refugien especies amenazadas«, explicó el investigador de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI) y uno de los autores principales, Dr. Moisés Aguilera.
Los hallazgos en terreno respaldan esta afirmación. En la parte superior de estas estructuras en Chile e Italia se han registrado pingüinos de Humboldt, nutrias como el chungungo, aves como el gaviotín inca y más de 17 especies de plantas, tanto nativas como exóticas. Estas zonas, a menudo vistas como marginales, funcionan en la práctica como refugios elevados y seguros para la fauna, protegiéndola de perturbaciones humanas y depredadores terrestres.

La propuesta para un borde costero sostenible

Frente a este escenario, la investigación no solo diagnostica el problema, sino que propone una solución activa: el enfoque de «eco-infraestructura costera»(de sus siglas en inglés, IGGI). La idea es rediseñar estas estructuras artificiales con criterios ecológicos para maximizar su valor para la biodiversidad. Esto podría incluir la instalación de plataformas de descanso para mamíferos marinos, cavidades que sirvan como nidos para aves, o la siembra de vegetación nativa que estabilice el sustrato y atraiga insectos polinizadores.
«Es fundamental restaurar los flujos de materia, organismos y energía entre ecosistemas terrestres y marinos, especialmente en contextos urbanos», enfatizó el coautor e investigador de la Universidad Católica del Norte (UCN), Martin Thiel. Gestionadas de forma inteligente, estas estructuras pueden funcionar como corredores biológicos que fortalecen la resiliencia del ecosistema costero.
En un contexto de cambio climático y urbanización creciente, que demandará aún más infraestructura de defensa costera, el llamado de los autores es urgente. Integrar la zona supralitoral en los planes de manejo y conservación es una oportunidad única. «La gestión inteligente de estas zonas puede marcar una diferencia no solo ecológica, sino también social y cultural«, concluyó Aguilera.

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