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Estudio chileno revela que la luz artificial altera el comportamiento y crecimiento del erizo rojo

Estudio chileno revela que la luz artificial altera el comportamiento y crecimiento del erizo rojo

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Tiempo de lectura: 2 minutos Los hallazgos coinciden con una revisión internacional que por primera vez cataloga a la luz artificial nocturna como una amenaza emergente para la vida costera.

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Un nuevo estudio científico realizado en las costas del norte de Chile ha encendido las alarmas sobre una amenaza silenciosa para los ecosistemas marinos: la luz artificial nocturna. La investigación, centrada en el emblemático erizo rojo chileno (Loxechinus albus), demuestra que la contaminación lumínica altera drásticamente su comportamiento, reduciendo su alimentación y crecimiento.

El estudio, publicado en la revista Marine Pollution Bulletin, fue liderado por el Dr. Patricio Manríquez del Centro Científico CEAZA. A través de experimentos controlados en los laboratorios de CEAZA en la Universidad Católica del Norte, en Coquimbo, los científicos expusieron a los erizos a condiciones que simulaban la iluminación artificial presente en ciudades costeras y puertos.

Los resultados fueron contundentes. «Registramos que en presencia de luz artificial nocturna, y en condiciones controladas de laboratorio, los erizos comían menos, se movían más y gastaban más energía. En resumen, se aceleraban, pero no crecían«, explica el Dr. Manríquez.

Bajo la luz artificial, los erizos no solo se desplazaron más rápido, sino que buscaron activamente zonas oscuras, demostrando una clara aversión a la luz. Este gasto energético adicional en movimiento y mantenimiento se produjo a expensas de su crecimiento.

Este cambio de comportamiento tiene implicaciones profundas para los ecosistemas marinos. «Esta situación podría alterar las interacciones ecológicas, pues el erizo desempeña un rol clave al regular el crecimiento de algas. Además, Loxechinus albus es el único equinodermo comestible en Chile, por lo que se considera un recurso de gran importancia económica y social», añade el investigador.

Erizos cubiertos por algas para evitar la luz natural. Créditos: CEAZA

Erizos cubiertos por algas para evitar la luz natural. Créditos: CEAZA

Una amenaza reconocida a nivel global

El trabajo de campo, realizado en Caldera, una de las pocas zonas costeras donde aún existen poblaciones de erizos no expuestas directamente a la luz artificial, reforzó esta hipótesis. El equipo observó que, incluso bajo la luz natural de la luna, los erizos exhiben comportamientos para protegerse, como cubrir sus cuerpos con trozos de algas y conchas o buscar refugio bajo las macroalgas. Esto sugiere una sensibilidad inherente a la luz que la contaminación lumínica agrava.

La publicación de este estudio chileno coincidió con la aparición, en el mismo número de Marine Pollution Bulletin, de una revisión científica internacional que, por primera vez, incluye a la luz artificial nocturna como una amenaza emergente para los ecosistemas costeros.

Para Manríquez, esta coincidencia subraya la urgencia de abordar el tema. «Muchas especies costeras a nivel global, incluyendo moluscos como los locos y crustáceos como las jaibas, dependen del ciclo natural de luz y oscuridad. Es razonable suponer que romper ese ciclo podría afectar también su conducta y dinámica poblacional«, advierte.

La solución, según el experto, no es apagar todas las luces, sino gestionarlas de forma inteligente. Medidas como la iluminación direccional para evitar que la luz se derrame hacia el mar, la reducción de intensidades, el uso de espectros de luz menos invasivos (como la luz ámbar) y la creación de zonas costeras protegidas de la iluminación son estrategias viables. «Claramente, no podemos prescindir de la iluminación por temas de seguridad», concluye Manríquez, «pero es necesario implementar estrategias que permitan minimizar su impacto sobre los ecosistemas marinos con los que compartimos el planeta».


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