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Cultivos de chorito chileno: Estudio revela su adaptación genética en el Seno del Reloncaví

Cooperativa Ciencia,

Tiempo de lectura: 3 minutos El inédito hallazgo de investigadores del Instituto Milenio SECOS revela por primera vez diferencias genéticas adaptativas entre los choritos de cultivo y los de bancos naturales.

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La mitilicultura, o cultivo de choritos (Mytilus chilensis), se ha consolidado como la segunda actividad de acuicultura más importante de Chile, posicionando al país como el segundo productor mundial de mitílidos. Esta industria depende vitalmente de la recolección de semillas desde bancos naturales, principalmente en la Región de Los Lagos. Un reciente estudio publicado en la revista Aquaculture ha arrojado luces sobre un fenómeno hasta ahora desconocido: los cultivos de choritos podrían estar funcionando como un potente «filtro genético».

La investigación, liderada por la candidata a doctora del Instituto Milenio en Socio-Ecología Costera (SECOS), Charel González, ha detectado por primera vez una diferenciación genética adaptativa a pequeña escala en las poblaciones cultivadas del chorito chileno. Se encontraron variantes genéticas más frecuentes en los choritos de cultivo que en sus contrapartes de bancos naturales, lo que sugiere que estas variantes podrían conferir ventajas para sobrevivir en las condiciones específicas de los sistemas de cultivo.

Este hallazgo es el resultado de un acucioso trabajo de campo y laboratorio. González, junto a los investigadores de SECOS Pilar Haye, Bernardo Broitman y Nicolás Segovia, recolectaron muestras de choritos adultos tanto de bancos naturales como de centros de cultivo en dos zonas estratégicas del Seno de Reloncaví: Bahía Ilque, un área de engorda, y Caleta Chaparano, reconocida por albergar los semilleros más importantes de Chile.

Adaptación a un ambiente exigente

Los análisis genómicos comparativos revelaron «señales de diferenciación genética entre los choritos en cultivo y los de bancos naturales», según comenta González. Lo más sorprendente para el equipo científico fue encontrar estas diferencias en áreas geográficamente muy cercanas. «En lugares como Chaparano, los bancos naturales y los cultivos estudiados están separados por menos de 50 metros (…) Aún así, vemos que los choritos en cultivo de Chaparano parecen estar respondiendo genéticamente a las duras condiciones del fiordo», añade la investigadora.

Estas condiciones ambientales incluyen fluctuaciones significativas de salinidad debido al aporte de agua dulce de los ríos y temperaturas muy variables, factores que, sumados a la alta densidad de individuos propia de los sistemas de cuelga, parecen estar ejerciendo una fuerte presión selectiva. Este ambiente actúa como un filtro temprano que favorece a ciertos alelos, promoviendo una adaptación en tiempo récord.

El estudio detalla que esta diferenciación se asocia principalmente a estos factores ambientales y a las particularidades del cultivo en suspensión. Previamente, ya se conocía la gran diversidad genética de los bancos naturales del chorito chileno, considerada una característica positiva que otorga resiliencia a las poblaciones frente a cambios ambientales. Sin embargo, esta es la primera vez que se comparan directamente las poblaciones de bancos naturales con las de cultivo en una misma localidad.

Sostenibilidad de la mitilicultura

Este descubrimiento tiene profundas implicancias para el futuro de la mitilicultura en Chile, una actividad que, según el investigador de SECOS y del proyecto FONDECYT que financió parte del estudio, Nicolás Segovia, es la fuente laboral directa para más de doce mil personas en la Región de los Lagos.

«Sabemos que la diversidad genética del chorito es enorme», explica Segovia, «lo que es positivo, pues les permite a las poblaciones ser más resilientes». No obstante, «al incorporar a los cultivos a la ecuación, estos muestran un resultado distinto», agrega. La capacidad de dispersión de las larvas y el traslado de semillas son cruciales para mantener la conectividad y la homogeneidad genética entre poblaciones distantes. Ahora, se sabe que los cultivos introducen un nuevo factor selectivo.

Actualmente, las políticas de manejo de la mitilicultura se centran en regular la recolección y el traslado de semillas. Sin embargo, a la luz de estos resultados, los investigadores proponen ir un paso más allá. «Es clave considerar cómo las condiciones de cultivo pueden afectar la diversidad genética y la capacidad de adaptación de los choritos a largo plazo», señala González.

La conclusión del equipo es clara: para asegurar la protección de la especie y la sostenibilidad a largo plazo del sector mitilicultor, es fundamental complementar la gestión actual con un monitoreo genético continuo que incluya tanto a los bancos naturales como a los de cultivo. Esto permitiría tener una visión integral del sistema socio-ecológico y tomar decisiones de manejo más informadas que resguarden la valiosa diversidad genética del chorito chileno.


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