De la Ballena Azul al Delfín Chileno: Un recorrido por los cetáceos más icónicos del país
Tiempo de lectura: 2 minutos Con un registro de 43 especies diferentes, las aguas chilenas se posicionan como un hotspot global para la biodiversidad de cetáceos. Sin embargo, la creciente actividad humana amenaza a estas poblaciones, convirtiendo sus rutas migratorias en zonas de alto riesgo.
Este 23 de julio, el Día Mundial de las Ballenas y Delfines recuerda el invaluable tesoro natural que albergan las aguas chilenas. Chile se ha consolidado como uno de los lugares más importantes del planeta para la vida de los cetáceos, con un registro de 43 especies que incluyen desde la majestuosa ballena azul hasta el endémico delfín chileno. Esta diversidad no es casualidad, sino el resultado directo de las condiciones oceanográficas únicas de la región.
La clave de esta abundancia es la corriente de Humboldt, un flujo de aguas frías y ricas en nutrientes que convierte al océano Pacífico chileno en una despensa gigante para la vida marina. Zonas como el Golfo de Corcovado, la isla de Chiloé y las aguas australes de Aysén y Magallanes funcionan como corredores biológicos vitales.
«Son corredores migratorios donde cientos de ballenas se alimentan, socializan, paren o enseñan rutas a sus crías», asegura Silvana Espinosa, experta en clima y ecosistemas de Greenpeace Chile.
Más allá de su imponente presencia, estos gigantes cumplen un rol ecológico fundamental. Actúan como ingenieros ecosistémicos, moviendo nutrientes que fertilizan el fitoplancton y contribuyendo significativamente a la capacidad del océano para capturar y almacenar carbono, lo que los convierte en aliados cruciales contra el cambio climático.
Los gigantes más emblemáticos y sus principales amenazas
Aunque la lista de cetáceos en Chile es extensa, varias especies emblemáticas concentran la atención por su estado de conservación. Entre ellas destaca la Ballena Azul (Balaenoptera musculus), el animal más grande que ha existido. A pesar de su tamaño, se encuentra «En Peligro», con una población estimada de apenas 100 individuos en aguas chilenas. Sus principales amenazas son las colisiones con grandes embarcaciones y la pesca industrial de krill, su principal alimento, especialmente en su zona de alimentación clave al noroeste de Chiloé.
Otra especie icónica es la Ballena Jorobada (Megaptera novaeangliae), famosa por sus saltos y complejos cantos. Cada año migra miles de kilómetros para alimentarse en zonas como el Archipiélago de Humboldt y Magallanes. Su nado lento y costero la hace especialmente «Vulnerable» al intenso tráfico marítimo, que provoca una alta mortalidad por colisiones.
En el grupo de los delfines, el Delfín Chileno (Cephalorhynchus eutropia) es una joya única, ya que es la única especie de cetáceo endémica del país. Este pequeño delfín, que habita en aguas costeras desde Valparaíso hasta el Cabo de Hornos, se encuentra en estado «Vulnerable». Su población, estimada en apenas unos miles, está amenazada por el tráfico de embarcaciones ligadas a la acuicultura y el riesgo de quedar atrapado en las redes de protección de los centros de salmones.
Un llamado a la protección y la responsabilidad
La presencia de estos mamíferos marinos no solo representa una riqueza biológica, sino también una gran responsabilidad. Especies como la Ballena Fin y la Ballena Sei están clasificadas como «En Peligro Crítico», mientras que otras como el Cachalote y la Orca enfrentan sus propios desafíos de conservación.
Organizaciones como Greenpeace han lanzado campañas de concienciación y protección, invitando a la ciudadanía a informarse y sumarse a los esfuerzos de conservación a través de iniciativas como la plataforma protegelasballenas.org. Proteger a estos gigantes del océano es proteger la salud de todo el ecosistema marino del que dependemos.