Claudio Almarza: El fotógrafo chileno que captura la esencia de la biodiversidad
Tiempo de lectura: 4 minutos Con más de 11 libros y reportajes en publicaciones de prestigio, el periodista, naturalista y fotógrafo documental Claudio Almarza no solo inmortaliza la biodiversidad, sino que también narra historias de resiliencia y una profunda conexión con la naturaleza.
«El lugar de donde uno procede, las raíces que uno tiene, son el pilar fundamental en todo individuo. Nadie está ajeno a ese pilar humano natural. Es como la familia«, dice el periodista, naturalista y fotógrafo documental Claudio Almarza ante un auditorio lleno de estudiantes de la carrera de Periodismo de la Universidad Austral, en Valdivia. Fue en esa ciudad donde pasó sus primeros años de vida antes de irse a España y Francia para formarse como periodista y fotógrafo, y construir una carrera comprometida con la biodiversidad.
Con el tiempo, Almarza se ha convertido en una figura pionera en la intersección del periodismo científico y la fotografía de naturaleza. No solo es el primer chileno en publicar un reportaje completo en National Geographic -medio con el que colabora desde 2001-, también es el primero en realizar escalada en solo libre (sin cuerdas) en el Glaciar Pío XI, en 1996, a lo que se suma una importante trayectoria que incluye más de 11 libros y reportajes en prestigiosas publicaciones.
Su pasión por la fotografía comenzó cuando era niño, gracias a la influencia de su padre, también fotógrafo. «Mi padre tuvo la inteligente idea de colocarme una cámara en las manos a la edad de nueve años«, recuerda el editor jefe de las revistas Geográfica y Global Photographer Magazine. No era una cámara cualquiera, sino una imponente Rolleiflex de objetivos gemelos, un instrumento que despertó su curiosidad y definió su futuro. «Lo que veía alrededor del lente me comenzó a provocar curiosidad. Esa curiosidad de encuadrar lo que estaba afuera y que al momento de tenerlo en el cuadro tomaba un valor».
Esta experiencia le enseñó una lección vital sobre la esencia de la fotografía: «Cuando tú fotografías, tú te concentras en algo. Ese interés reflejado en una imagen es lo que conceptualiza al fotógrafo». Esta marca temprana, junto con su formación en periodismo, sentó las bases de su enfoque distintivo, donde la imagen y el texto se complementan para contar historias poderosas.
«La fotografía tiene un valor muy potente visualmente, pero en muchos casos también es importante el apoyo del texto«, afirma Almarza. Su trayectoria, que se remonta a los años 90, ha evolucionado desde la cobertura de zonas de conflicto en países como Perú, Colombia y Nicaragua para agencias como Reuters y France Press, hasta convertirse en un referente de la fotografía de naturaleza y documental.
«La fotografía de naturaleza requiere estudio (…). Saber cómo se comporta un animal, saber dónde va a transitar, cuándo va a alzar el vuelo«, señala.
Una batalla por la vida en Campos de Hielo Sur
La vida del fotógrafo documental ha estado marcada por múltiples expediciones, y, en muchas de ellas, ha tenido que enfrentar condiciones extremas. Recuerda que uno de los episodios más dramáticos ocurrió durante una travesía al Glaciar Grey, en Campos de Hielo Sur, mientras trabajaba en su libro «El Invierno Desconocido«, enfocado en la vida salvaje del Parque Nacional Torres del Paine en invierno.
En aquel entonces, National Geographic se había puesto en contacto con él para que se convirtiera en su contribuidor para América Latina, y el reportaje de su libro era precisamente lo que la revista buscaba.
Fue durante esta expedición que un error fatal casi le cuesta la vida. Almarza, que había utilizado sus crampones para escalar en una reciente expedición en la Antártica, olvidó revisar el filo antes de la nueva aventura. «Cuando estaba en la pared no hubo problema porque igual el impacto aguantaba, pero al caminar por una ladera de hielo, ahí no tenía mucho agarre, no me di cuenta, llevaba una mochila de más de 40 kg y me resbalé«, relata. La caída resultó en una fractura de peroné y el tobillo expuesto, dejándolo a 800 metros al interior del glaciar.
«Cuando tienes un accidente de montaña de ese tipo, lo que haces es hablar con tu amigo y le dices que se vaya y que te deje morir ahí. Porque es mejor que se muera uno a que se mueran dos, no hay otra alternativa», cuenta el periodista. Sin embargo, Fernando Bravo, el montañista que lo acompañaba, se negó.
«No, acuérdate lo que pasamos en Antártica. En Antártica igual pasamos una dura, de esta salimos igual», le animó Bravo. Almarza describe la agonía: «Salí arrastrándome. Mi amigo colocaba cuerda entre los espacios más agudos, entre una pared y otra para poder cruzar. Fue puro grito, puro llanto«, recuerda.
Tras una ardua y dolorosa travesía, lograron el apoyo del Hotel Grey, que envió un Zodiac para rescatarlo, asumiendo un riesgo considerable cerca de la pared del glaciar. Pasó cuatro meses inmovilizado y año y medio sin poder entrenar como montañista, pero la experiencia, aunque traumática, reafirmó su resiliencia.
La intimidad de la biodiversidad chilena
Uno de los proyectos más emblemáticos en la carrera de Almarza ha sido su dedicación al puma. Tras participar en un censo en 1994 que reveló una población crítica, su trabajo ha sido fundamental para concientizar sobre la importancia de estos ejemplares en la Patagonia.
Asegura que la paciencia, observación y profunda conexión con la especie han sido claves para obtener imágenes íntimas y documentales de estos felinos. «Necesitaba estar enamorado de la especie para haberle puesto tanta energía, tanta dedicación«, confiesa.
Para Almarza, una herramienta importante para la labor fotográfica, especialmente al trabajar con la biodiversidad, es la soledad. Es lo que, según su experiencia, permite una «contemplación, una intimidad absoluta con la naturaleza que rodea». Afirma que es en esos momentos de introspección y espera donde se gestan las fotografías más profundas.
Otro principio fundamental lo aprendió de su padre. «No vayas a fotografiar con la ansiedad. Conserva toda tu pasión, pero espera. Tienes que esperar. Tienes que esperar la luz», le decía. Al reflexionar, Almarza comenta que «la naturaleza es igual. No te otorga un permiso inmediato para fotografiar. Tienes que esperar cuando te dice, cuando te lo señala, cuando la luz te saluda para que tú puedas comenzar a fotografiar». Esta filosofía de paciencia y respeto por el entorno solo es posible, en gran medida, a través de la soledad que abraza en sus expediciones.