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Estudio revela que el bosque esclerófilo chileno está al borde del colapso

Estudio revela que el bosque esclerófilo chileno está al borde del colapso

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Tiempo de lectura: 2 minutos Un estudio liderado por la Universidad de Chile revela que el bosque mediterráneo o esclerófilo, vital para diversas regiones del país, enfrenta un «punto de inflexión» crítico debido al cambio climático y la intervención humana.

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El emblemático bosque esclerófilo, que se extiende desde Coquimbo hasta la Araucanía y es hogar de especies nativas como el litre, peumo y quillay, se encuentra en una situación crítica. Una investigación reciente, liderada por Diego Cueto, egresado de Ingeniería en Recursos Naturales de la Universidad de Chile, ha encendido las alarmas al señalar que casi el 40% de estas masas forestales presentan un índice de riesgo «alto o muy alto», indicando una inminente pérdida de resiliencia y la posibilidad de un colapso.

El concepto de «tipping point» o punto de inflexión es central en el estudio. Según Cueto, en el extremo norte de su distribución, el bosque está perdiendo su capacidad intrínseca para recuperar su cobertura y estructura original.

«En su extremo norte, el bosque está alcanzando un punto en el que pierde su resiliencia para volver a obtener, por sí mismo, la cobertura y estructura original que tenía», explica el investigador. Este fenómeno no solo se traduce en una degradación física del bosque, sino que también conlleva profundas implicaciones para los servicios ecosistémicos que provee.

La importancia del bosque esclerófilo

El bosque esclerófilo es un pilar fundamental para el bienestar humano y la estabilidad ambiental en Chile. Regula la temperatura, administra el ciclo del agua, provee leña y ofrece beneficios culturales y paisajísticos a diversas comunidades. Sin embargo, la pérdida de su «vigorosidad de estructura» lo está transformando de un denso bosque a un matorral esclerófilo degradado.

Cueto advierte sobre las consecuencias de esta transformación: «Puede ser que ahora empiece a llover menos, al tener menos la cobertura de bosque, sea menos capaz de absorber esta agua, esto puede generar eventos de inundaciones, puede generar un mayor aumento de sequía«. A nivel social, esto podría afectar a la trashumancia en regiones como Coquimbo, donde los animales podrían quedarse sin alimento, impactando gravemente a las culturas locales.

Impacto climático y humano

El estudio fue desarrollado por Diego Cueto en colaboración con el Laboratorio de Biodiversidad y Medio Ambiente de la Universidad de Santiago (Usach), bajo la dirección del Dr. Alberto Alaniz y con la participación de Claudia Hidalgo-Corrotea, Pablo M. Vergara, Mario A. Carvajal y Alexis Barrios-Saravia. La investigación analizó la interacción de variables climáticas, como la temperatura y la sequía, con el impacto humano, estimado a través del cambio en el uso de suelo.

Los resultados revelaron patrones diferenciados a lo largo del bosque esclerófilo. En el extremo norte, el cambio climático y la degradación son los principales motores del deterioro. En contraste, la zona central experimenta una compleja mezcla de efectos climáticos y una notable expansión de la actividad agrícola, que exacerba el problema.

La posibilidad de una recuperación autónoma del bosque, según Cueto, es «muy difícil». «Ahí tendrían que venir intervenciones humanas, como ya lo están proponiendo varios proyectos, por ejemplo, las contribuciones determinadas a nivel nacional, los planes de restauración de paisaje del gobierno, que planean reforestar con especies nativas», destaca el investigador.

«En la zona centro hay que atacar un poco con políticas públicas también, porque está el tema de la expansión de la agricultura, pero ahí también entra en juego un problema súper complejo que es que necesitamos producir alimentos, entonces necesitamos tener lugares que sean habilitados para la agricultura y lugares que nosotros podamos preservar», concluye.


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