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Neurocientífico desmitifica el ‘neurohacking’ o la posibilidad de ‘hackear’ el cerebro

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Tiempo de lectura: 2 minutos El «neurohacking» se presenta como una solución rápida para mejorar la mente, sin embargo, el investigador Francisco Parada advierte sobre los peligros y la falta de base científica de muchas de estas propuestas.

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El término «neurohacking» se ha instalado en el lenguaje popular y en redes sociales, sugiriendo que es posible modificar o «actualizar» nuestro cerebro como si fuera un software para mejorar el rendimiento cognitivo, la creatividad o el bienestar general.

Francisco Parada, académico de la Facultad de Psicología de la Universidad Diego Portales (UDP), señala que el primer punto a considerar ante el «neurohacking» es el escepticismo. «Cuando escuchas a alguien hablar del neurohacking, por lo general va a venir un producto asociado«, explica.

Compara estas ofertas con que, en buen chileno, «te estén vendiendo la pescada«. La promesa de mejorar el cerebro con «píldoras mágicas» ignora la complejidad de la biología.

Uno de los mayores peligros, según el experto, radica en el uso de fármacos no probados científicamente, que pueden tener costos significativos para la fisiología, afectando el hígado o la función renal. En el mejor de los casos, se trataría de placebos. Pero el problema subyacente, y quizás más profundo, es teórico: «Le vende a las personas la idea de que tu cerebro se parece a un computador y que este computador lo puedes hackear, le puedes hacer un update, un upgrade».

Esta analogía, advierte Parada, no solo es incorrecta, sino que también puede ser excluyente, dejando fuera a quienes no pueden «actualizar su sistema operativo».

Entender el cerebro como una red compleja

La neurociencia actual, junto con la filosofía de la mente, demuestra que el cerebro no funciona de forma aislada. «El cerebro literalmente es una red supercompleja y dinámica que está cambiando constantemente entre el cuerpo, el ambiente, las herramientas que uno va a estar utilizando, las relaciones y, por supuesto, el ambiente sociocultural y sociopolítico», detalla Parada.

Por ello, la idea de que unos pocos «neurohábitos» pueden reprogramar el cerebro, ignorando el contexto vital de una persona –como crisis económicas, conflictos territoriales o estrés crónico– resulta ser una «mirada simplista y reduccionista«.

Esta visión reduccionista evoca, según el académico, ideas obsoletas como la frenología del siglo XIX, que atribuía funciones complejas a áreas cerebrales específicas y delimitadas. «Te están vendiendo esa idea zombificada«, critica, donde supuestamente se puede «echar a andar ese trozo de cerebro» para ser más creativo o mejor persona.

Si bien el movimiento «wellness» asociado al neurohacking puede tener el aspecto positivo de concienciar sobre hábitos saludables –como dormir bien, alimentarse adecuadamente, hacer ejercicio y mantener relaciones sociales sanas–, el problema surge cuando se presentan como soluciones mágicas o «hacks». «No existen trucos mágicos«, recalca Parada. «Nuestro cerebro, tú no eres un computador que está esperando el update del nuevo sistema operativo».

En lugar de buscar «hackear» el cerebro, el llamado es a «habitar ese cuerpo«, entender sus ritmos, necesidades y cuidarlo de manera integral. «Ser crítico, tener un ojo crítico y ver si es que alguien me está estafando. Son cuentos del tío al final, mucho más benignos, pero son cuentos del tío», concluye el experto, enfatizando que no hay recetas universales y que la verdadera salud mental y bienestar se construyen sobre bases científicas sólidas y un entendimiento profundo de nuestra compleja naturaleza.


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