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Solo un 26% de los científicos chilenos cree que la ciencia influye en las políticas públicas

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Tiempo de lectura: 2 minutos Un nuevo estudio realizado por la Universidad Autónoma de Chile e INSA-LAC apunta a la prevalencia de decisiones políticas y económicas, y a una brecha entre las expectativas de los científicos y la realidad del proceso legislativo.

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Un revelador informe titulado «El papel del conocimiento científico en la formulación de políticas públicas en Chile» ha puesto cifras a una percepción largamente extendida en la comunidad académica: la evidencia científica juega un rol secundario en la toma de decisiones del país.

El estudio, impulsado por la Cátedra UNESCO de la Universidad Autónoma de Chile y el capítulo latinoamericano de la Red Internacional de Asesoramiento Científico Gubernamental (INSA-LAC), consultó a investigadores sobre su influencia y participación en la creación de políticas públicas, arrojando resultados que invitan a una profunda reflexión.

Dinka Acevedo, directora del Centro de Comunicación de las Ciencias de la Universidad Autónoma y parte del equipo a cargo del estudio, señaló que esta es la primera parte de una investigación más amplia, que en una segunda etapa consultará a los propios tomadores de decisiones. Sin embargo, la perspectiva de los científicos ya dibuja un panorama claro: existe una expectativa mayor por influir y una sensación de que su trabajo es a menudo ignorado.

La ciencia en un segundo plano

El dato más contundente del estudio es que solo un 26% de los científicos encuestados cree que la evidencia científica influye de manera significativa en las políticas públicas de Chile. La percepción mayoritaria es que las decisiones se basan principalmente en criterios políticos y económicos, dejando el conocimiento científico como una voz consultiva que se escucha «solo a veces y en muy pocos casos».

«Ese es, digamos, como el dolor de los investigadores«, comentó Acevedo en una entrevista, explicando que la comunidad científica siente que su aporte no es prioritario. No obstante, el estudio también destaca una excepción notable: la pandemia de COVID-19. Durante la crisis sanitaria, los encuestados reconocieron una alta incidencia de la ciencia en las decisiones gubernamentales, una experiencia que, según los expertos, debe servir como aprendizaje para el futuro. Aquel periodo demostró que, cuando la urgencia apremia, la colaboración entre ciencia y política es posible y efectiva.

Las claves para cerrar la brecha

El informe no solo diagnostica el problema, sino que también explora las causas y posibles soluciones. Una de las brechas más interesantes detectadas es la diferencia entre las expectativas de los científicos y la realidad del mundo político. Mientras los investigadores aspiran a participar en instancias formales como comisiones parlamentarias o consejos asesores, gran parte de las decisiones se gestan en espacios informales, como reuniones casuales o conversaciones «de pasillo».

Frente a esto, los propios científicos manifiestan la necesidad de contar con «traductores«: profesionales capaces de entender la lógica científica y comunicarla de manera efectiva al mundo político. Curiosamente, el periodismo científico no fue mencionado de forma espontánea como uno de estos mediadores, lo que abre una oportunidad para fortalecer el rol de la comunicación especializada.

Finalmente, el estudio invita a la autocrítica y a la proactividad. Dinka Acevedo subraya la importancia de que los investigadores sean menos modestos y comuniquen con más convicción la relevancia de su trabajo. La solución, concluye, no es que cada científico se convierta en un experto comunicador, sino fomentar equipos interdisciplinarios donde investigadores, comunicadores y tomadores de decisión trabajen en conjunto para construir un puente sólido entre la evidencia y las políticas que definen el futuro de Chile.


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