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“No es una ola, es una salida de mar”: Expertos explican el riesgo de tsunami en Chile

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Tiempo de lectura: 3 minutos Expertos analizan las características del sismo y explican por qué las olas, aunque se prevean de 1 a 3 metros, conllevan una «energía muy grande» y un riesgo que no debe ser subestimado.

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Las autoridades chilenas han declarado Alerta de Tsunami desde la Región de Arica y Parinacota hasta la Región de Los Lagos, y Estado de Precaución para las regiones de Aysén, Magallanes y el territorio antártico producto del sismo de magnitud 8.8 ocurrido en la península de Kamchatka, Rusia. Estas medidas implican la evacuación del borde costero sobre los 30 metros en las regiones con Alerta, y, en el caso de Estado de Precaución, aplica solamente el borde costero.

El sismo, ocurrido la jornada de este martes 29 de Julio a las 19:24:50 hora local en Chile, se localizó en la interfaz de la Placa Pacífica con la Placa Norteamericana, generando alerta en las costas del Pacífico por la posible llegada de tsunami. El investigador del Centro de Investigación para la Gestión Integrada del Riesgo de Desastres (CIGIDEN), Patricio Winckler,  explicó que «el tsunami es de campo lejano, con alturas moderadas en el Océano Pacífico que al llegar a la plataforma continental tenderán a aumentar, pudiendo inundar sectores bajos».

El sismo, que tuvo lugar en la zona de subducción de Kamchatka, se originó por una ruptura de aproximadamente 600 kilómetros de largo con un desplazamiento promedio de 8 metros. «Eso naturalmente levanta el fondo marino y genera un tsunami transpacífico«, señala el geofísico de la Universidad Católica de Temuco, Cristián Farías.

Las características del terremoto

Una de las particularidades de este terremoto es que parece haber tenido una secuencia precursora, similar a lo ocurrido en Iquique en 2014. De acuerdo con Gabriel González, investigador principal de CIGIDEN, esta comenzó el 20 de julio con tres sismos iniciales de magnitudes 5.5, 6,6 y 7.4. «Esta secuencia comprendió 51 sismos con magnitudes mayores a 5.0», mencionó González.

El experto recuerda que en 1952 se registró un terremoto en la misma zona de Kamchatka, de magnitud 9.0, que también produjo un tsunami y afectó las costas de Chile. Este dato permitiría explicar el reciente sismo: «Dado que en sismología se usa el concepto de brecha sísmica, la ocurrencia de un terremoto 9.0 se supone liberaría toda la energía acumulada en una brecha sísmica, pero este evento muestra lo contrario. La explicación más plausible es que el evento de 1952 dejó energía remanente que se sumó a la energía que se acumuló entre ese año y el 2025″.

Otro aspecto que llamó la atención fue la corrección de su magnitud, que pasó de una estimación inicial de 8.0 a un definitivo 8.8. Farías explica que esto es relativamente normal, especialmente en zonas con menor densidad de instrumentos de monitoreo como Kamchatka. «Las primeras estimaciones automáticas se pueden equivocar un poco. En el terremoto del Maule en 2010, con redes locales, la primera estimación fue de 8.5 y terminamos en 8.8, que es significativamente más grande«, recuerda.

Tsunami, más que una ola

El principal foco de preocupación en Chile es el tsunami. Aunque se habla de olas de entre 1 y 3 metros, es fundamental entender que este fenómeno no es una simple marejada. «Un tsunami no es una ola, es una salida de mar, una perturbación de periodo muy largo», aclara Farías. Esto significa que durante un lapso prolongado, de hasta 35 minutos, el nivel del mar puede subir varios metros por sobre la marea normal, inundando todo a su paso con una fuerza arrolladora.

«Una ola de tsunami de un metro tiene tanta energía que puede empezar a arrastrar básicamente lo que quieras, salvo aquellos edificios que tengan cimientos muy fuertes», detalla Farías. La masa de agua en movimiento, y no solo su altura, es la que contiene el potencial destructivo. Además, la geografía local juega un papel clave: bahías como las de Valparaíso o Talcahuano pueden amplificar el tamaño de las olas, aumentando el riesgo.

Por ello, la evacuación hacia la «cota 30» (30 metros de altura sobre el nivel del mar) sigue siendo la medida de seguridad más efectiva. La calma durante la evacuación preventiva, según Farías, se debe al amplio tiempo de advertencia, a diferencia de los 15 minutos disponibles tras un sismo local. «Es mejor pecar de precavidos», concluye.


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