Biotecnología chilena innova con microorganismos «biomineros» que extraen cobalto de relaves
Tiempo de lectura: 2 minutos Científicos de la Universidad Andrés Bello y la Universidad de Chile han logrado un avance significativo en la recuperación de cobalto a partir de relaves mineros, utilizando microorganismos extremófilos.
El desierto de Atacama, con sus vastos paisajes marcados por las huellas de la actividad minera, esconde no solo riqueza mineral, sino también desafíos ambientales considerables. Los relaves mineros, esos grandes montículos o piscinas visibles desde el aire, son el residuo del proceso de extracción de cobre y han representado durante años un riesgo potencial para las comunidades y el ecosistema. Sin embargo, la ciencia chilena está transformando estos desechos en una fuente de valor.
Un equipo multidisciplinario de la Universidad Andrés Bello (UNAB), liderado por la directora del Centro de Biotecnología y de Sistemas, Pilar Parra, en colaboración con el Departamento de Geología de la Universidad de Chile, ha desarrollado una metodología pionera para extraer cobalto de los relaves. Este proceso se basa en el poder de microorganismos «biomineros» capaces de disolver la pirita presente en los relaves, liberando así el codiciado cobalto.
Los pequeños gigantes de la biorrecuperación
La clave de este descubrimiento radica en los microorganismos extremófilos, bacterias adaptadas a vivir en ambientes de extrema acidez, como los drenajes ácidos de mina. A diferencia de otros microorganismos que se nutren de materia orgánica, estos «comen» minerales como el hierro y el azufre. Al disolver la pirita (un mineral que contiene hierro y azufre, y a menudo cobalto), los microorganismos dejan el cobalto libre en una solución líquida, que puede ser recuperada.
«Nos dimos cuenta del potencial de la pirita en los relaves del norte de Chile, que contenía cobalto, un elemento esencial para las baterías de vehículos eléctricos y dispositivos electrónicos», explica Pilar Parra. «Nuestros microorganismos disuelven la pirita como fuente de energía, liberando el cobalto de forma eficiente.»
Del laboratorio a la industria minera
El proyecto, financiado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e innovación a través de un proyecto de tecnologías avanzadas, ha mostrado resultados exitosos en el laboratorio, alcanzando un grado de madurez tecnológica (TRL) de 6. Este hito es crucial, ya que marca el umbral para la aplicación industrial. El equipo ha patentado internacionalmente tanto la metodología de extracción como el consorcio de microorganismos, al que denominaron «Cobolt» (cobalto en alemán), rescatado de diversas muestras en terreno.
El siguiente paso es el escalamiento industrial. En enero, se iniciarán pruebas con la minera Pucobre, socio estratégico del proyecto, utilizando columnas de 6 metros de altura con relaves reales de la compañía en la Región de Atacama. Este avance permitirá pasar de experimentos a pequeña escala a volúmenes que demuestren la viabilidad económica y operativa de la tecnología.
«La ambición es que en tres o cuatro años más, esta tecnología ya esté funcionando a nivel industrial», señala Parra. Este desarrollo no solo busca la recuperación de cobalto, que, aunque presente en baja concentración (entre 100 y mil partes por millón en los relaves), se vuelve económicamente rentable al ser concentrado por los microorganismos, sino que también sienta un precedente para la aplicación de la biotecnología en otras industrias, como la degradación de plásticos y la generación de bioplásticos.
La iniciativa chilena demuestra cómo la investigación científica puede trascender las barreras del laboratorio para generar soluciones innovadoras y rentables, impulsando una economía circular y una minería más sostenible en el país y el mundo.