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Chilenos crean exoesqueleto para rehabilitación post accidente

Chilenos crean exoesqueleto para rehabilitación post accidente

Cooperativa Ciencia,

Tiempo de lectura: 3 minutos Académico de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, lidera este proyecto que pone a prueba una estructura electromecánica creada para la rehabilitación de la extremidad superior en pacientes con secuelas posteriores a un Accidente Cerebro Vascular (ACV).

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Un exoesqueleto, por definición, es una estructura en forma de esqueleto externo que recubre, protege y soporta el cuerpo de un ser vivo. El doctor kinesiólogo Pablo Burgos, académico de los Departamentos de Neurociencias y Kinesiología de la Facultad de Medicina, explicó que: “un exoesqueleto, al ser una estructura que va por fuera del esqueleto natural, no forma parte de los mamíferos, pero sí de los insectos”.

De acuerdo a esta premisa, es que un equipo de trabajo de académicos e ingenieros externos, desarrollaron un exoesqueleto robótico que sigue la siguiente lógica: “Lo que nosotros hacemos es usar el concepto de exoesqueleto, y complementar el esqueleto natural del ser humano —que bien sabemos va por dentro— con piezas que van por fuera, con el propósito de movilizar de forma específica las articulaciones de la extremidad superior”, destacó el doctor Pablo Burgos.

Un nuevo tipo de exoesqueleto

Este pseudo-robot está siendo motorizado de forma distinta a otros similares: “Los exoesqueletos comunes suelen mover cada articulación con un motor particular, es decir, cada eje de movimiento posee un motor. En cambio, lo que nosotros estamos haciendo con el nuestro, se llama “robótica basada en tendones”, que en el fondo es que, tú enganchas el segmento final del brazo con una cuerda, y esa cuerda lleva un motor. Entonces, esa cuerda sube y baja, quitándole peso a la persona, además de permitir bloquear el resto de segmentos, excluyendo aquel en el cual se quiera trabajar”, explicó.

Usualmente, “cuando uno ve un robot en la televisión, lo que hacen estas máquinas es ocupar exoesqueletos, con piezas rígidas por fuera, que movilizan articulaciones con el propósito de que la gente se mueva por completo”, señala el investigador.

Pero, a diferencia de lo anterior, “con este proyecto estamos haciendo justamente lo contrario. Nosotros ponemos las piezas de este robot, que va por fuera de la extremidad superior —brazo y mano—, con el objetivo de que la gente no se mueva por completo, sino que mueva un segmento a la vez”, explicó.

La nueva forma de terapia 

El profesor comentó que, al recibir a un paciente que haya sufrido un ACV, primeramente “lo evaluamos en función de que no todos los pacientes son iguales. Algunos usuarios van a tener, por ejemplo, afectados solo los dedos, y no el codo ni el hombro. Entonces, bajo la premisa de nuestra investigación, esa persona recibe entrenamiento intenso únicamente de los movimientos que tiene afectados, no del brazo completo”, respondió el doctor Burgos.

Esto último implica tomar otra deriva a la del tratamiento convencional que se utiliza en la actualidad: “Hoy en día, el paradigma de que hay que entrenar la tarea completa en su conjunto —alcanzar una manzana, peinarse, tomar una taza de té— está tan arraigada, que sacar esa idea de la comunidad científica es sumamente difícil, porque lo que nosotros estamos haciendo ahora, lo perciben como un retroceso”.

La terapia convencional apunta a restaurar las tareas funcionales cotidianas utilizando la extremidad superior en su conjunto. Pero “ahora, con más tecnología y evidencia, sabemos que el problema de ese tipo de enfoque es que el paciente compensa la ausencia de habilidades básicas —que perdió por ACV— con los movimientos que no se vieron afectados, y a largo plazo, esto es sumamente crítico”, enfatizó el profesor.

Esta compensación se produce porque “cuando el cerebro compara entre la mano derecha y la izquierda, y ve que es muy difícil ocupar una de las dos, lo que hace es quedarse con una de las dos manos, y la otra la deja de usar, lo que es sumamente dramático”, afirmó.

«Lo que nosotros hacemos es dar un paso hacia atrás, y comenzar con lo básico para recuperar la funcionalidad desde su inicio, y ya después comenzar con la terapia basada en tareas cotidianas. Así, le damos una chance al cerebro para que, durante los primeros 6 meses posteriores al ACV, logre equilibrar la funcionalidad entre la extremidad superior izquierda y la derecha, y que así diga «ok, mi mano izquierda y derecha están funcionando más o menos parecido, así que mejor ocupo las dos»”, concluyó.

Fuente: U de Chile


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