Aspergillus flavus: El hongo de la «maldición de Tutankamón» sería clave para combatir el cáncer

EFE.
Tiempo de lectura: 2 minutos Las moléculas del hongo Aspergillus flavus demostraron una alta eficacia para combatir células de leucemia, abriendo una nueva esperanza para el desarrollo de fármacos oncológicos derivados de fuentes naturales.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Pensilvania transformó moléculas del hongo tóxico Aspergillus flavus, famoso por su supuesta relación con la «maldición de Tutankamón», en un potente compuesto contra el cáncer. El hallazgo, publicado en la revista Nature Chemical Biology, abre nuevas fronteras en la búsqueda de fármacos derivados de productos naturales.
El Aspergillus flavus, un hongo fácilmente reconocible por sus esporas amarillas, ha cargado durante décadas con una reputación mortal. Su nombre saltó a la fama en la década de 1920, tras la apertura de la tumba del rey Tutankamón. Una serie de muertes prematuras entre los miembros del equipo de excavación dio origen a la leyenda de la «maldición del faraón». Décadas después, la ciencia propuso una teoría más plausible: las esporas del hongo, que habrían permanecido latentes por milenios, podrían haber causado infecciones pulmonares letales en los arqueólogos.
Esta hipótesis se fortaleció en la década los ’70, cuando el grupo de científicos polacos que abrió la tumba del rey Casimiro IV sufrió un destino similar: diez de los doce investigadores murieron en pocas semanas. Análisis posteriores confirmaron la presencia masiva de A. flavus en el sepulcro. Sin embargo, este microorganismo, históricamente asociado a la muerte y la enfermedad, ahora se revela como la fuente de una innovadora terapia contra el cáncer.
De la maldición del faraón a una esperanza médica
El equipo científico, liderado por la profesora Sherry Gao, se centró en una clase de compuestos llamados péptidos sintetizados por ribosomas y modificados (RiPP). Aunque miles de estos péptidos se han identificado en bacterias, encontrarlos en hongos es extremadamente raro y complejo. Utilizando un novedoso enfoque que combinó análisis metabólico y genético, los investigadores lograron identificar y aislar cuatro RiPP distintos en el A. flavus.
Estas moléculas, bautizadas como «asperigimicinas», poseen una estructura única de anillos entrelazados. Al probarlas contra células cancerosas humanas, los resultados fueron sorprendentes. Dos de las cuatro variantes mostraron una potente actividad contra células de leucemia. Una de ellas, modificada con un lípido presente en la jalea real, demostró ser tan eficaz como la citarabina y la daunorrubicina, dos fármacos de quimioterapia aprobados y utilizados durante décadas en el tratamiento de esta enfermedad.
Los experimentos revelaron que las asperigimicinas actúan interrumpiendo un proceso clave para las células cancerosas: la división celular. «Las células cancerosas se dividen de forma incontrolada. Estos compuestos bloquean la formación de microtúbulos, que son esenciales para la división celular», explicó Gao. Notablemente, el compuesto tuvo un efecto mínimo en otros tipos de células cancerosas (mama, hígado o pulmón), lo que sugiere una alta especificidad, una característica fundamental para cualquier futuro medicamento.
«Los hongos nos dieron la penicilina. Ahora estos nuevos resultados nos demuestran que aún quedan por descubrir muchos más medicamentos derivados de productos naturales«, subraya Gao. El siguiente paso será probar la eficacia y seguridad de las asperigimicinas en modelos animales, con la esperanza de que este antiguo «hongo maldito» pueda, algún día, salvar vidas a través de ensayos clínicos en humanos.