«Apagar» genes del cáncer: La prometedora investigación que es liderada desde Chile

Tiempo de lectura: 2 minutos El estudio propone un nuevo modelo que explica cómo la molécula de ARN actúa como una guía precisa para «apagar» genes, un mecanismo cuyo mal funcionamiento está ligado al desarrollo de tumores y que podría ser la base de futuros tratamientos oncológicos.
En el complejo manual de instrucciones que es nuestro genoma, las células deben saber con exactitud qué genes encender y cuáles mantener apagados para funcionar correctamente. Cuando este delicado equilibrio se rompe, pueden surgir enfermedades graves como el cáncer. Una nueva investigación, liderada desde Chile en colaboración con la Harvard Medical School, arroja luz sobre uno de los mecanismos más importantes que gobiernan este proceso.
El estudio se centra en el complejo proteico PRC2, que actúa como un «interruptor» molecular capaz de silenciar genes. Su mal funcionamiento está directamente relacionado con la progresión de tumores, ya que puede apagar genes protectores o activar otros que promueven el crecimiento descontrolado de las células. Sin embargo, la pregunta por cómo sabe PRC2 exactamente dónde debe actuar, motivó al investigador del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Universidad Andrés Bello, Dr. Rodrigo Aguilar, a liderar una exhaustiva revisión, que propone al ARN como su guía.
«Los ARN y el complejo PRC2 son moléculas fundamentales que controlan si ciertos genes están activos o inactivos. Cuando esta regulación falla, pueden surgir condiciones como malformaciones congénitas o cáncer«, explica el Dr. Aguilar.
La molécula guía que controla el interruptor
El principal aporte del estudio es proponer un modelo unificado que explica cómo el ARN, específicamente los largos no codificantes, no solo dirige a PRC2 hacia lugares específicos del ADN, sino que también puede regular su actividad. Para ilustrarlo, los autores utilizan el ejemplo de XIST, una molécula de ARN que en las mujeres se encarga de silenciar uno de los dos cromosomas X.
La investigación revela que XIST se pliega en estructuras tridimensionales muy específicas, similares a origamis microscópicos. Son estas formas las que le permiten interactuar con PRC2 y modular su función, no solo como un simple interruptor de encendido y apagado, sino ajustando su intensidad como si fuera el control de volumen de una radio.
Hacia nuevas terapias: del laboratorio a la clínica
Comprender esta intrincada relación entre ARN y PRC2 tiene implicaciones terapéuticas enormes. Si se sabe que en un tipo de cáncer específico estas moléculas están interactuando de forma anómala, se podrían desarrollar fármacos diseñados para bloquear o corregir esa interacción de manera precisa, sin afectar otras funciones vitales de la célula.
«Sabemos que PRC2 y los ARN regulan decenas de genes críticos. Si identificamos la falla en un tumor, podríamos diseñar terapias que bloqueen esa interacción», señala Aguilar, quien en 2022 ya fue parte del desarrollo de las primeras moléculas capaces de modular esta relación. Aunque estas terapias aún se encuentran en fase experimental, el investigador anticipa que «en la próxima década podríamos ver los primeros tratamientos clínicos basados en este conocimiento».
«Durante cuatro años trabajamos entre ambos países, revisando y discutiendo la literatura más reciente. Fue un proceso largo y riguroso, que muestra cómo hoy la ciencia se construye en red. Que una revista como Nature nos invitara a desarrollar esta revisión es un reconocimiento a la investigación de alto nivel que también se hace en Chile», reflexiona el académico.