«Es absolutamente delictivo»: Los riesgos de la pseudociencia tras muerte de paciente con cáncer

Tiempo de lectura: 2 minutos La muerte de una paciente con cáncer de mama en Chile, quien abandonó su tratamiento médico por seguir una terapia sin base científica, ha puesto en el centro del debate los peligros de las pseudociencias.
El fallecimiento de Fabiola, una mujer chilena de 52 años, ha trascendido el ámbito familiar para convertirse en un caso emblemático sobre los riesgos mortales de las pseudociencias. Diagnosticada con cáncer de mama, Fabiola abandonó la medicina convencional tras ser presuntamente persuadida por los postulados de la «Nueva Medicina Germánica», una corriente desacreditada que atribuye las enfermedades a conflictos emocionales.
Su muerte, ocurrida por una insuficiencia respiratoria derivada del avance del cáncer sin tratar, es hoy objeto de una acción judicial en Santiago contra la fundadora de la «Comunidad Hameriana», quien habría guiado a la paciente desde España.
Este trágico suceso abre una necesaria conversación sobre cómo operan estas terapias alternativas sin evidencia, por qué resultan atractivas para pacientes vulnerables y cuál es la responsabilidad de la comunidad médica y la sociedad para proteger a los enfermos.
Pseudociencia: ¿Cómo captan a los pacientes?
Para entender el fenómeno, es fundamental diferenciar entre terapias complementarias y pseudociencias. Daniela Rojas, psicooncóloga y académica de la Universidad Diego Portales (UDP), define la pseudociencia como «prácticas basadas en afirmaciones que no cumplen con el método científico, aunque se presenten con lenguaje cientificista». Es decir, carecen de evidencia, pruebas o ensayos clínicos que respalden su eficacia.
Según la experta, estas corrientes utilizan estrategias específicas para ganar credibilidad. Una de ellas es establecer relaciones de causa y efecto donde no las hay. «Por ejemplo, si alguien pierde a un ser querido y años después desarrolla un cáncer, establecen que lo primero fue la causa de lo segundo», explica Rojas. A esto se suma un discurso que invalida la medicina tradicional, a menudo promoviendo teorías conspirativas sobre farmacéuticas que ocultarían curas.
Otra táctica peligrosa es culpar al paciente por el fracaso de la «terapia». «Se pone en la responsabilidad de los pacientes la eficacia de los tratamientos», advierte la psicooncóloga. «Te dicen que tienes que tener fe, porque si no, no va a resultar. Cuando la terapia fracasa, eres tú el culpable por no creer lo suficiente«.
La clave es el acompañamiento médico
La adhesión a estas prácticas no es un tema de ingenuidad, sino de fragilidad. «Las personas con cáncer están en una situación de vulnerabilidad, miedo e incertidumbre, que las convierte en un terreno fértil para aferrarse a lo que sea que les ofrezca esperanza», aclara Rojas.
En este contexto, el rol del sistema de salud es crucial. El Dr. Suraj Samtani, oncólogo y asesor del Observatorio del Cáncer, subraya la importancia de un enfoque multidisciplinario y personalizado. «El diagnóstico y tratamiento del cáncer debe ser evaluado por un comité que incluye oncólogos, cirujanos, radioterapeutas, pero también nutricionistas, psicooncólogos y kinesiólogos para definir el mejor plan», señala. Este enfoque integral, basado en evidencia, busca los mejores resultados en sobrevida y calidad de vida, algo que las pseudociencias ignoran.
La comunicación abierta es otra herramienta fundamental. «Es súper importante una comunicación fluida con el médico tratante para resolver todas las dudas. Muchos de estos supuestos tratamientos pueden interactuar con las terapias oncológicas y aumentar las toxicidades», advierte Samtani.
El riesgo de abandonar un tratamiento probado por una promesa sin fundamento puede, como en el caso de Fabiola, costar la vida. Como destaca Rojas, aseverar que un cáncer se debe únicamente a un conflicto emocional «es una irresponsabilidad y, en muchos casos, es absolutamente delictivo«.