Estudio vincula el uso temprano de celulares con pensamientos suicidas y agresividad

Tiempo de lectura: 3 minutos Un revelador estudio publicado concluye que el uso de teléfonos móviles antes de los 13 años compromete la salud mental en la adultez temprana, asociándose a un mayor riesgo de pensamientos suicidas, agresividad y desconexión con la realidad.
El debate sobre el impacto de la tecnología en el desarrollo infantil ha ganado un nuevo y preocupante capítulo. Una extensa investigación realizada por Sapien Labs, organización científica dirigida por la neurocientífica de la Universidad de Stanford, Tara Thiagarajan, ha establecido una sólida correlación entre la posesión de un smartphone en la niñez y el deterioro del bienestar psicológico en la juventud.
Los resultados, basados en el análisis del Mind Health Quotient (MHQ) —una herramienta de autoevaluación psiquiátrica—, son contundentes: los jóvenes de entre 18 y 24 años que recibieron su primer celular antes de los 13 años muestran una mayor propensión a problemas de salud mental graves en comparación con quienes lo obtuvieron más tarde.
Los profundos efectos en la adultez temprana
El estudio, publicado en la revista Journal of Human Development and Capabilities, detalla que el acceso temprano a un smartphone no solo se asocia con síntomas clásicos de depresión o ansiedad, sino con un espectro más amplio de dificultades. Entre los hallazgos más alarmantes se encuentran una mayor incidencia de pensamientos suicidas, sentimientos de agresividad hacia otros y una sensación de desconexión o extrañeza con la realidad.
Además, la investigación identifica diferencias de género significativas. Las mujeres que tuvieron un celular a temprana edad tienden a desarrollar una menor autoestima y resiliencia emocional en la adultez. En el caso de los hombres, el efecto se manifiesta en una menor estabilidad emocional, confianza en sí mismos y capacidad de empatía.
«Hemos visto que la posesión temprana de un móvil inteligente, y el acceso a las redes sociales que conlleva, está relacionada con un profundo cambio en la salud mental y el bienestar en la edad adulta temprana», señaló la Dra. Thiagarajan en un comunicado. Este fenómeno global plantea un desafío urgente para padres, educadores y autoridades en Chile, donde la penetración de la tecnología móvil en menores es cada vez mayor.
Redes sociales: el motor detrás del deterioro
Si bien el smartphone es la puerta de entrada, el estudio identifica a las redes sociales como el principal catalizador de estos efectos negativos. Según el análisis, el acceso temprano a estas plataformas explica cerca del 40% de la relación entre la posesión de un teléfono móvil en la infancia y la mala salud mental posterior.
Otros factores contribuyentes incluyen el ciberacoso (10%), los trastornos del sueño (12%) y el deterioro de las relaciones familiares (13%). Los autores explican que las redes sociales son especialmente perjudiciales para los niños debido a su vulnerabilidad. Fomentan la comparación social constante, consumen tiempo valioso y horas de sueño, y sus algoritmos pueden amplificar contenidos nocivos, afectando un cerebro en pleno desarrollo.
Ante la magnitud del problema, los investigadores hacen un llamado a la acción. «Instamos a los responsables políticos a que adopten un enfoque preventivo, similar a las regulaciones sobre el alcohol y el tabaco, restringiendo el acceso a los teléfonos inteligentes a los menores», subraya Thiagarajan. Aunque reconocen las limitaciones de un estudio basado en datos retrospectivos, sostienen que «la magnitud del daño potencial es demasiado grande como para ignorarla y justifica una respuesta preventiva».