Estudio revela que acoso en la pareja eleva la probabilidad de infartos en mujeres

Tiempo de lectura: 2 minutos Los datos mostraron que las mujeres que habían sido acosadas tenían un 41% más de probabilidades de desarrollar una enfermedad cardíaca o sufrir un accidente cerebrovascular en comparación con las que no.
Un nuevo estudio publicado en la revista Circulation revela una alarmante conexión: las mujeres que han sufrido acoso por parte de su pareja o han necesitado una orden de alejamiento presentan un riesgo considerablemente mayor de padecer un infarto o un accidente cerebrovascular en los años siguientes.
«Aunque la violencia contra las mujeres es habitual y hay pruebas que la relacionan con consecuencias para la salud cardíaca, los profesionales sanitarios aún no la reconocen ampliamente como un posible factor de riesgo», destacó la investigadora de la Universidad de Harvard, y coautora del estudio, Rebecca B. Lawn.
Las cifras de un riesgo subestimado
Para cuantificar el impacto de estas formas de violencia, el equipo científico analizó los datos de más de 66 mil mujeres, con una edad promedio de 46 años, en Estados Unidos durante un período de veinte años. Cuando se inició el estudio en 2001, ninguna de las participantes padecía enfermedades cardiovasculares. Los resultados, tras dos décadas de seguimiento, cambiaron significativamente.
Casi el 12% de las mujeres reportaron haber sufrido acoso y un 6% obtuvo una orden de alejamiento en algún momento. Al comparar sus historiales médicos, los datos mostraron que las mujeres que habían sido acosadas tenían un 41% más de probabilidades de desarrollar una enfermedad cardíaca o sufrir un accidente cerebrovascular en comparación con las que no. La cifra era aún más alarmante para quienes necesitaron protección legal: su riesgo se elevaba en un 70%.
Estrés como puente entre la violencia y la enfermedad
¿Cómo una experiencia de acoso puede dañar el corazón? Los investigadores sugieren que la respuesta está en el estrés crónico. «El acoso se considera a menudo una forma de violencia que no implica contacto físico, lo que puede hacer que parezca menos grave, pero estos resultados revelan que no debe minimizarse», alertó Lawn. La persecución constante, la sensación de amenaza y la hipervigilancia obligan al cuerpo a vivir en un estado de alerta permanente.
Este estrés sostenido puede alterar gravemente el sistema nervioso, el funcionamiento adecuado de los vasos sanguíneos y otros procesos biológicos, creando un escenario perfecto para la hipertensión, la inflamación y, finalmente, un evento cardiovascular. Aunque el estudio no profundizó en estos mecanismos exactos, la evidencia apunta a que el impacto emocional y psicológico de la violencia se traduce en un desgaste fisiológico tangible.