Tecnología usa IA para prevenir el acoso escolar en aulas chilenas
Tiempo de lectura: 3 minutos Un estudio liderado por los investigadores UDD, Cristian Candia y Carlos Rodríguez-Sickert, utiliza un juego para detectar los patrones de cooperación entre niños y niñas dentro del aula, con el fin de identificar y prevenir el acoso escolar.
En Chile, desde 2016 el acoso escolar experimentó un crecimiento del 480%, alcanzando 28,500 casos reportados hasta abril de 2023, según la ONG Bullying Sin Fronteras. En este contexto, los investigadores Cristian Candia y Carlos Rodríguez, de la UDD, decidieron llevar su laboratorio a las salas de clases para estudiar y combatir este fenómeno.
Utilizando un juego que aplica conceptos de teoría de juegos, una rama de las matemáticas que se enfoca en analizar el comportamiento estratégico de los individuos y cómo este puede afectar los resultados de una interacción entre ellos, lograron mapear las relaciones de cooperación entre más de 1.400 niños y niñas de primer ciclo básico en 50 cursos de escuelas públicas de San Bernardo.
Esta tecnología mide la cooperación entre compañeros y revela dinámicas ocultas en el aula a partir de un índice que mide la cooperación entre compañeros y captura distintas características de los estudiantes, entre ellas, popularidad, agresividad, rendimiento escolar, solidaridad, entre otras.
Identificar bullying mediante el juego
A través de una experiencia inmersiva, los niños y niñas interactúan en un entorno que simula dilemas sociales, permitiendo a los investigadores identificar patrones de comportamiento que podrían indicar la presencia de bullying.
“Un ejemplo ilustrativo es el de una jugadora muy popular en su curso, en la que todos los demás niños y niñas la apoyaban dentro de la plataforma, mientras ella no correspondía con la misma reciprocidad. Esta situación, visualizada a través del juego, permitió entender un desequilibrio en las relaciones que podría señalar potenciales problemas relacionados a desbalances de estatus social en el grupo curso”, relata Carlos Rodríguez-Sickert, director del Centro de Investigación en Complejidad Social.
Los investigadores también han recopilado otras anécdotas que ilustran el impacto del juego. En las primeras implementaciones, el entusiasmo de los niños y niñas era tan alto que gritaban de un lado al otro de la sala para comentar sus acciones en el juego. Sin embargo, esto interfería con la precisión de los datos, por lo que se introdujo el uso de audífonos en las siguientes versiones, mejorando así la calidad de la información recogida.
El valor de esta tecnología es reconocido por los docentes participantes, quienes destacan que, aunque es relativamente fácil identificar a los “líderes negativos” en el aula, los “líderes positivos” son más difíciles de detectar. Sin embargo, los resultados de la experiencia les revelaron a estudiantes con cualidades de liderazgo positivo que no habían sido reconocidos anteriormente, proporcionando una nueva perspectiva sobre las dinámicas grupales en el aula.
Herramienta respaldada por la evidencia
Los resultados de este innovador enfoque han sido publicados en la prestigiosa revista Nature. Según Cristian Candia, investigador principal del proyecto, “la contundencia de los resultados nos motivó a crear una solución basada en estos conocimientos, que se pueda implementar con facilidad en aulas desde temprana edad”.
El éxito del proyecto derivó en Capybara, una plataforma desarrollada por los investigadores en colaboración con un equipo interdisciplinario, con el apoyo del centro de transferencia tecnológica Hubtec y la empresa BraveUp, experta en combatir el acoso escolar en colegios de toda América.
Candia explica que la solución se basa en tres pilares fundamentales: gamificación, teoría de juegos e inteligencia artificial. Estos elementos permiten recopilar datos precisos sobre las relaciones cooperativas y detectar situaciones de acoso en las aulas de manera amigable y efectiva.
La última versión del juego, que dura aproximadamente 45 minutos, no solo identifica posibles agresores y víctimas de acoso escolar, sino que también categoriza a estudiantes con un perfil mixto de agresor y víctima.
“Este último grupo es especialmente preocupante, ya que es difícil de detectar y tiene un fuerte impacto en la convivencia escolar (…). Con esta tecnología buscamos transformar la forma en que las escuelas abordan y previenen estas situaciones, promoviendo un entorno escolar más saludable y colaborativo”, señala Jorge Jara, director comercial del proyecto.
Capybara está disponible para ser implementado en establecimientos educativos de todo el país, complementando y fortaleciendo la labor docente para identificar y fomentar las relaciones recíprocas dentro del aula, promoviendo ambientes escolares más seguros y colaborativos.