Investigación chilena desarrolló sensor flexible capaz de «sentir» y diferenciar materiales al tacto

Tiempo de lectura: 2 minutos A la fecha, el equipo de investigadores de la Universidad de Chile y la Universidad de la Frontera busca financiamiento para escalar el desarrollo de un dispositivo capaz de diferenciar la composición, peso y material de un objeto.
Un equipo interdisciplinario de investigadores de la Universidad de Chile y la Universidad de La Frontera (UFRO) ha desarrollado un revolucionario sensor flexible y de bajo costo. Se trata de un dispositivo portátil, inalámbrico y flexible capaz de integrarse en tecnologías wearables, como guantes, para dotarlos de un «sentido del tacto». La innovación no solo detecta la fuerza o el peso de un objeto, sino que también puede distinguir si una superficie es de vidrio, plástico, madera o incluso la cáscara de una fruta.
La investigación fue publicada en la revista Sensors and Actuators: A. Physical y encabezada por Nicolás Rosales-Cuello, estudiante de postgrado de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas (FCFM) de la U. de Chile. El proyecto contó con la colaboración de los académicos Humberto Palza (U. de Chile) y Carlos Muñoz (UFRO), junto al estudiante Mathias Godoy, todos miembros del Center of Interventional Medicine for Precision and Advanced Cellular Therapy (IMPACT).

Créditos: U. de Chile
Guante inteligente con «sentido del tacto»
La clave de este desarrollo es un innovador sensor dual que combina dos principios físicos: el capacitivo y el triboeléctrico. «Partimos desarrollando electrodos flexibles (…) y en ese proceso descubrimos que el mismo sensor tenía un excelente comportamiento triboeléctrico. Así nació este sensor dual», explicó el académico de la FCFM, Humberto Plaza.
Esta dualidad permite que el dispositivo, al ser integrado en un guante, pueda realizar dos funciones simultáneamente. Por un lado, mide la fuerza y la presión, como el peso de un objeto al ser levantado. Por otro lado, aprovecha la triboelectricidad, esto es, el mismo fenómeno que eriza el cabello al frotar un globo, para analizar las cargas eléctricas que se generan por la fricción entre el sensor y el objeto. Esta capacidad le otorga una función completamente nueva: reconocer texturas y materiales.
«El sensor puede distinguir si una superficie es de madera, vidrio, metal o incluso cáscara de naranja. Eso tiene muchas implicancias para el desarrollo de prótesis, robótica blanda y tecnologías portables», destacó Palza.
El futuro de la tecnología sensorial
Una de las grandes ventajas de esta innovación chilena es su accesibilidad. A diferencia de otros sensores que requieren metales rígidos y procesos de fabricación complejos, este dispositivo está compuesto en su totalidad por PDMS, un polímero similar a la silicona, mezclado con grasa y nanotubos de carbono. Esto lo hace económico, liviano, biocompatible y fácil de producir en un laboratorio estándar.
«Yo antes pensaba que la transmisión inalámbrica era ciencia ficción, pero gracias a esta colaboración (…) lo logramos«, comentó Palza.
Las aplicaciones potenciales son enormes, desde la kinesiología y el monitoreo de la cadena de frío en alimentos, hasta la agricultura de precisión para detectar la madurez de las frutas. Actualmente, el equipo busca financiamiento para escalar el desarrollo y explorar nuevas colaboraciones.