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Élite de las sociedades andinas antiguas tomaban alucinógenos para consolidar su poder

Élite de las sociedades andinas antiguas tomaban alucinógenos para consolidar su poder

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Tiempo de lectura: 2 minutos Una nueva investigación revela que los líderes de la antigua cultura Chavín en Perú empleaban sustancias psicoactivas no solo para inducir visiones, sino como una sofisticada estrategia para reforzar su misticismo.

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La cultura Chavín, que floreció aproximadamente entre los años 1500 a.C. y 200 a.C. en la alta montaña peruana, a más de 3.000 metros de altitud en lo que hoy es Chavín de Huántar, fue una de las civilizaciones preincaicas más influyentes de los Andes.

Reconocidos por sus avanzados conocimientos en agricultura, arquitectura e ingeniería, los Chavín también poseían un profundo sistema de creencias, buscando asemejarse a sus deidades. Un reciente estudio, publicado en la prestigiosa revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), arroja nueva luz sobre un componente crucial de su estructura de poder: el uso controlado de alucinógenos.

El equipo de investigación, que incluye a científicos de universidades como la de Florida, Stanford, Córdoba (Argentina), Pontificia Católica del Perú, Nacional Mayor de San Marcos y la Universidad de Santiago de Chile, centró su análisis en 23 artefactos hallados en el Yacimiento Arqueológico de Chavín de Huántar.

Estos objetos, que incluían huesos, tabletas planas y pequeñas cucharas, estaban directamente relacionados con el consumo de drogas rituales.

Los preparativos del ritual

Los análisis químicos y microbotánicos de estos artefactos revelaron la presencia de restos minúsculos de nicotina, proveniente de plantas de la familia del tabaco, y polvo de semillas del árbol de vilca (Anadenanthera colubrina). La vilca es conocida por contener bufotenina, un potente compuesto psicoactivo.

Según los investigadores, las raíces de tabaco y las semillas de vilca eran secadas, tostadas y posteriormente transformadas en polvo. Este polvo se inhalaba o fumaba a través de tubos, algunos fabricados con huesos, en ceremonias cuidadosamente orquestadas.

Los científicos concluyen que estos rituales no solo buscaban inducir visiones, sino que eran una herramienta fundamental para reforzar la autoridad de los líderes Chavín.

Estrategia para el control y la jerarquía social

A diferencia de otras culturas antiguas donde el uso de alucinógenos podía ser comunal, los rituales de la élite Chavín eran marcadamente «exclusivos«. Estaban reservados para un grupo selecto de participantes, con el objetivo de «crear un aire de misticismo y control», según explica Daniel Contreras, antropólogo de la Universidad de Florida y coautor del estudio, quien ha dedicado casi tres décadas a investigar el yacimiento junto al equipo del investigador de Stanford, John Rick.

«Tomar psicoactivos no sólo servía para tener visiones y vivir otras realidades, sino que formaba parte de un ritual estrictamente controlado, probablemente reservado a unos pocos elegidos, con el objetivo de fomentar la jerarquía social», afirma Contreras.

El antropólogo añade: «Para los que inhalaban, lo sobrenatural podía parecer una fuerza incomprensible. Y ese era precisamente el objetivo. Al controlar el acceso a estos estados alterados, los gobernantes de Chavín convencieron a su pueblo de que su liderazgo estaba entrelazado con el poder místico y formaba parte del orden natural».

Estas ceremonias, que iban más allá del consumo de psicodélicos e incluían elementos como trompetas hechas de conchas de caracol para amplificar el asombro, fueron fundamentales para configurar las primeras estructuras sociales de clase en la región andina.

A diferencia de sociedades que dependían del trabajo forzoso para erigir monumentos, los Chavín parecían persuadir a su gente de que los proyectos constructivos eran beneficiosos, utilizando estas experiencias místicas controladas como una poderosa herramienta de cohesión y legitimación del poder.


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