De lenguas a murciélagos borrachos: Los disparatados ganadores de los ‘Nobel satíricos’

Tiempo de lectura: 2 minutos Los premios Ig Nobel, conocidos por sus investigaciones que «primero hacen reír y luego pensar», han vuelto a sorprender al mundo con una serie de estudios científicos tan insólitos como fascinantes.
Cada año, la revista de humor científico «Annals of Improbable Research» otorga los premios Ig Nobel a investigaciones que, a pesar de su aparente excentricidad, logran despertar la imaginación y el interés público en la ciencia.
La reciente ceremonia en la Universidad de Boston no fue la excepción, reuniendo a científicos de diversas disciplinas para celebrar la ingeniosidad detrás de lo improbable.
Este año, el premio Ig Nobel de la Paz fue concedido a un equipo de científicos de Países Bajos, Reino Unido y Alemania por un estudio que exploró el impacto del alcohol en la fluidez al hablar un idioma extranjero.
La investigación sugirió que pequeñas dosis de alcohol podrían, en ocasiones, mejorar la capacidad de comunicación en una lengua no nativa, aparentemente al aumentar la autoconfianza. Sin embargo, los autores fueron enfáticos en advertir que el alcohol no es una herramienta de aprendizaje de idiomas y que su consumo excesivo es perjudicial para la salud.
El alcohol también fue protagonista de otro hallazgo sorprendente, merecedor del Ig Nobel de Aviación. Investigadores de Colombia, España y otras naciones descubrieron que ciertos murciélagos corren un riesgo al ingerir inadvertidamente frutas con contenido alcohólico.
Observaciones en murciélagos egipcios revelaron que la ingesta de frutas con tan solo un uno por ciento de alcohol afectaba su capacidad de vuelo y su ecolocalización, comprometiendo su comunicación y navegación. La gala, amenizada por una ópera sobre problemas digestivos y aviones de papel, contó con la presencia de varios premios Nobel «reales» que entregaron los galardones satíricos, añadiendo un toque de humor y distinción al evento.
Hallazgos que desafían la lógica
En el ámbito de la química, un estudio sugirió que el teflón, un material común en sartenes, podría ser un componente de dietas adelgazantes, dado que no tiene calorías y el cuerpo no lo absorbe. Aunque las pruebas se realizaron solo en ratas, los resultados mostraron una pérdida de peso sin efectos tóxicos tras tres meses de una dieta con un 25% de teflón.
Otros hallazgos igualmente curiosos incluyeron la revelación de que pintar vacas con rayas de cebra reduce las picaduras de mosca, o que los bebés disfrutan del sabor del ajo consumido por sus madres durante la lactancia. Incluso se documentó la existencia de iguanas en Togo con una particular afición por la pizza cuatro quesos.
El premio de física recayó en investigadores italianos que desentrañaron el misterio de la «fase de transición» que provoca grumos en el clásico plato de pasta ‘cacio e pepe’.
La psicología fue reconocida por una investigación sobre qué sucede cuando se le dice a una persona narcisista que es inteligente, mientras que la ingeniería premió un estudio sobre cómo los zapatos malolientes afectan la experiencia general de usar un zapatero.
Finalmente, el premio de literatura fue otorgado póstumamente a William Bean, un científico estadounidense que dedicó 35 años a estudiar el crecimiento de sus propias uñas. Su hijo, al recibir el premio, destacó la pasión contagiosa de su padre y agradeció el «reconocimiento, por fin».
Los ganadores de los Ig Nobel, aunque no reciben dinero, obtienen un estatus de celebridad científica y la oportunidad de presentar sus trabajos en museos de todo el mundo, demostrando que la ciencia, incluso la más peculiar, siempre tiene algo que enseñarnos y entretenernos.