Astrofotógrafo registra la belleza nocturna del Volcán Lanín en La Araucanía
Tiempo de lectura: 2 minutos El astrofotógrafo chileno Gabriel Muñoz ha capturado la belleza nocturna del Volcán Lanín, revelando imágenes que combinan la fuerza del macizo con la inmensidad del cielo austral.
El Volcán Lanín, ubicado en la frontera entre Chile y Argentina, fue el protagonista del lente de Gabriel Muñoz. Sus imágenes no solo muestran la silueta del volcán, sino también la noche estrellada, el brazo de la Vía Láctea y otros fenómenos astronómicos que hacen de la astrofotografía una disciplina que fusiona ciencia y arte.
«Fotografiar volcanes es una experiencia que requiere mucha paciencia y una buena dosis de planificación«, explica el astrofotógrafo a Cooperativa Ciencia. La clave, según el experto, radica en la elección del momento perfecto: noches despejadas, sin nubes, y preferiblemente sin luna, para maximizar la visibilidad estelar. «Si se puede, planificar para coincidir con algún evento astronómico como la aparición de planetas, un brazo de la Vía Láctea o incluso una lluvia de estrellas, es ideal», añade.
Para inmortalizar la belleza del Lanín, Muñoz empleó una cámara Canon RP, alternando lentes según el encuadre deseado: un gran angular RF 16mm para abarcar el cielo y el entorno, y teleobjetivos como el EF 70-200mm f/4 y un 50mm f/1.4 para detalles más específicos.
La técnica es manual: exposiciones largas (entre 15 y 25 segundos), ISO alto (1600–3200) y diafragmas abiertos (generalmente f/2.8), siempre con la estabilidad garantizada por un trípode. Todo el material se captura en formato RAW para un posterior revelado en Lightroom, asegurando la fidelidad cromática y la nitidez sin distorsionar la esencia natural de la escena.
Desafíos cordilleranos y la búsqueda de cielos Clase 1
Las fotografías fueron tomadas durante varias noches a fines de agosto, en pleno invierno araucano, explica Muñoz. El clima de cordillera presentó el mayor reto: «Estábamos en pleno invierno, tomando fotos sobre la nieve y caminando entre ella para encontrar buenos ángulos», relata.
La humedad y el frío son dificultados para el equipo, explica Muñoz, lo que obliga al uso de calefactores especiales para evitar que los lentes se empañen. La preparación personal también es importante: «Abrigarse bien, proteger el equipo del frío y tener paciencia».
Muñoz comenta que la elección del Lanín se debió a su «forma perfecta e imponente presencia«, rasgos que lo convierten en un objetivo ideal para fotografiar. Pero más allá de su estética, el entorno ofrece condiciones astronómicas excepcionales. «Su entorno se encuentra en una zona con una Escala Bortle Clase 1», destaca el astrofotógrafo, refiriéndose a uno de los lugares con menos contaminación lumínica del planeta.
Esto se traduce en la posibilidad de «capturar miles y miles de estrellas en cualquier dirección que uno apunte la cámara», creando un escenario único que Gabriel Muñoz ha sabido retratar.