Monito del monte: El «maestro del letargo» que anuncia la primavera en los bosques chilenos
Tiempo de lectura: 2 minutos El monito del monte (Dromiciops gliroides), único marsupial hibernante de Sudamérica, emerge de su profundo sopor invernal, marcando el fin del frío y el inicio de la primavera en los bosques templados del sur de Chile.
Durante los meses más fríos del año, el monito del monte (Dromiciops gliroides) se convierte en un auténtico «maestro del letargo». Este marsupial reduce su metabolismo en más de un 95%, sus temperaturas corporales pueden acercarse a los 0 grados Celsius y es capaz de permanecer en un sopor ininterrumpido por hasta diez días.
«Su organismo entra en una pausa tan profunda que apenas consume energía, lo justo para mantener respiración y latido. Es un mecanismo de supervivencia extraordinario«, explica Isidora Camus, investigadora del Núcleo Milenio Lili, quien ha estudiado esta especie junto a sus pares Roberto Nespolo y Zbyszek Boratynski. Esta estrategia le permite ahorrar más del 80% de su energía cuando el alimento escasea, sobreviviendo gracias a sus reservas de grasa.
La verdadera magia ocurre con la llegada de los días más largos. Lentamente, el monito del monte abandona su estado de hibernación y su capacidad aeróbica se duplica, alcanzando un rendimiento físico excepcional en verano. Este drástico cambio fisiológico valida la «hipótesis de la flexibilidad aeróbica», que postula cómo algunos animales ajustan radicalmente su gasto energético según las demandas estacionales.
En la práctica, su cuerpo se reprograma en pocas semanas para soportar un ejercicio intenso y recorrer grandes distancias en busca de alimento y pareja. Una vez activos, se transforman en ágiles acróbatas nocturnos, capaces de moverse a casi un metro por segundo entre los árboles, cubrir cientos de metros en una noche y abarcar territorios de hasta 1,6 hectáreas.
Bosque nativo, el hogar del marsupial andino
Comprender el ciclo de vida del monito del monte no solo permite comprender la extraordinaria biología de este marsupial endémico, sino que también ofrece pistas cruciales sobre su capacidad de adaptación histórica a entornos cambiantes. Su flexibilidad ofrece una lección de supervivencia en los ecosistemas templados lluviosos de Chile. Sin embargo, su futuro está intrínsecamente ligado a la salud de estos bosques, especialmente en un escenario de acelerado cambio climático.
«Es muy importante destacar que los monitos necesitan el bosque nativo para completar su ciclo de vida; se han adaptado por millones de años a él y a sus condiciones de frío», enfatiza Isidora Camus. Si este ecosistema se altera o pierde su densidad, el ciclo de actividad normal del monito se verá comprometido.
«El monito del monte no simplemente habita los bosques nativos: persiste gracias a ellos. Desde la construcción de sus nidos hasta su estrategia de hibernación, todo en su historia de vida está en perfecta sintonía con los ritmos del bosque. Conservarlo es también conservar las condiciones que permiten su existencia», concluye la investigadora.
El despertar del monito del monte, por lo tanto, es más que un fenómeno biológico: es un llamado a proteger los bosques que lo cobijan.