Confirman que bacteria tiene un reloj biológico: Antibióticos serían más efectivos según la hora
Tiempo de lectura: 2 minutos El director del Instituto Milenio iBio, Luis Larrondo, explica cómo este descubrimiento cambia el paradigma sobre los patógenos hospitalarios y abre la puerta a tratamientos a la Acinetobacter baumannii basados en los ritmos circadianos.
Un reciente estudio reveló que la Acinetobacter baumannii, catalogada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como uno de los patógenos más peligrosos del mundo, posee un reloj biológico interno. Este mecanismo le permite anticipar cambios diarios y regular sus funciones, incluso en ausencia de luz, una característica que hasta ahora se pensaba exclusiva de organismos más complejos o bacterias fotosintéticas.
La Acinetobacter baumannii es causante de graves infecciones intrahospitalarias y por su alta capacidad de desarrollar resistencia a múltiples antibióticos. El hecho de descubrir que su comportamiento está regido por ritmos circadianos regulados por la luz sugiere que su vulnerabilidad podría variar según el momento del día.
Según explicó el director del Instituto Milenio de Biología Integrativa (iBio), Luis Larrondo, este descubrimiento abre «ventanas de oportunidad» para la medicina. «Entender que para esta bacteria no da lo mismo la hora del día nos permite buscar ventanas terapéuticas; es decir, momentos específicos en los cuales los antibióticos pueden ser más efectivos o instantes en los que la bacteria tiene una mayor propensión a infectar», señaló el experto.
Hasta hace poco, se sabía que las cianobacterias (que realizan fotosíntesis) tenían relojes biológicos porque dependen de la luz solar para alimentarse. Sin embargo, demostrar esto en bacterias patógenas no fotosintéticas era el «eslabón perdido». Este avance sugiere que la variable temporal debe ser considerada en la interacción patógeno-hospedero, transformando la cronoterapia en una posible herramienta para combatir infecciones que hoy son letales.
Un descubrimiento que reescribirá los libros de biología
Como suele ocurrir con los grandes hitos de la ciencia, el hallazgo tuvo un componente de serendipia. El equipo liderado por la investigadora argentina Alejandra Mussi, en colaboración con científicos europeos y el apoyo desde Chile del iBio, notó algo inusual en sus experimentos de laboratorio.
Al dejar placas de cultivo de Acinetobacter expuestas a condiciones de luz y oscuridad, observaron que las bacterias no crecían de forma pareja, sino formando anillos concéntricos. «Eso fue una primera evidencia de que algo estaba pasando, que a la bacteria no le daba lo mismo este contexto de luz-oscuridad en un ciclo de 24 horas», detalló Larrondo.
Posteriormente, mediante herramientas moleculares de bioluminiscencia —similares a las que hacen brillar a las luciérnagas— lograron comprobar la existencia de ritmos moleculares oscilatorios.
Actualmente, el mecanismo molecular exacto sigue siendo una «caja negra«. Por ello, el Instituto Milenio iBio participará en un proyecto internacional conjunto para descifrar cómo funciona este reloj a nivel genético y cómo influye directamente en la virulencia. «Se vienen años bastante entretenidos en este tema», concluyó Larrondo.